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lunes, mayo 20, 2024
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La nueva variante “británica” del SARS-CoV-2 es más infecciosa

En septiembre pasado, el gobierno británico detectó una nueva variante del virus SARS-CoV-2 que se esparcía rápidamente en Londres y el sureste de Inglaterra: hasta el 13 de diciembre, la Covid-19 Genomics UK –una asociación de las cuatro agencias de salud pública del Reino Unido, el Instituto Wellcome Sanger y 12 instituciones científicas–, había contabilizado más de mil 108 casos.

“Una nueva variante de coronavirus puede estar asociada a la propagación más rápida en el sur de Inglaterra”, anunció Matt Hancock, ministro de Salud del Reino Unido, ante sus legisladores.

Inmediatamente saltaron las alarmas que causaron caos en el Reino Unido y en otras partes de Europa. Muchos londinenses abandonaron la ciudad, antes de que entraran en vigencia las nuevas medidas restrictivas anunciadas por el gobierno Británico.

Los análisis genómicos realizados por el consorcio indicaron que si bien esta nueva variante llamada B.1.1.7 o SARS-CoV-2 VOC-202012/01, no causaba una enfermedad más grave o más letal sí era más infecciosa y se esparcía rápidamente, pero aún no se estudiaba del todo y habría que realizar más análisis para tener más información certera. “Ahora hay un impulso frenético para intentar caracterizar algunas de estas mutaciones en el laboratorio”, dice Andrew Rambaut, biólogo evolutivo molecular de la Universidad de Edimburgo.

Los científicos están trabajando arduamente para tratar de averiguar si B.1.1.7 es realmente más infeccioso, es decir, si se transmite más fácilmente de persona a persona y, de ser así, por qué.

Rápida mutación

La mutación es algo inherente a los virus y desde el inicio de la pandemia los científicos esperaban la aparición de nuevas variantes, solo era cuestión de tiempo. A veces surgen y desaparecen nuevas variantes. Algunas de ellas persisten y vuelven a cambiar. Este es el principal arsenal de sobrevivencia de los virus y el SARS-CoV-2 evoluciona y muta rápido.

De hecho, desde la llegada del nuevo coronavirus a los humanos se han documentado múltiples variantes y cientos de mutaciones. El coronavirus que surgió en 2019 en la ciudad de Wuhan, China, no es el mismo que ahora predomina en todo el mundo. La que prevalece es una cepa diferente del coronavirus llamada D614G que surgió en febrero pasado en España; y hasta ahora se ha convertido en la más común en el planeta, incluido México.

En experimentos con hámsters, los investigadores descubrieron que D614G se replica 10 veces más rápido y también que es mucho más infeccioso. Ahora se sabe que el coronavirus SARS-CoV-2 muta dos veces cada mes, por lo que los virus que circulan ahora son un 20% diferentes al original.

Sin embargo, la nueva variante B.1.1.7 detectada en el Reino Unido preocupa a la comunidad científica internacional debido a que se han identificado en ella 23 cambios o mutaciones, de los cuales 17 los obtuvo en una sola vez, es decir, es entre 37% y 46% diferente al de Wuhan.

Ocho de las 17 mutaciones se presentaron en el gen que codifica la proteína espiga o de pico en la membrana externa del virus, la que conforma las protuberancias en la membrana externa del virus que le dan la apariencia de llevar corona, vista al microscopio.

“Es difícil predecir si una mutación dada es importante cuando surge por primera vez, en un contexto de aparición continua de nuevas mutaciones, se necesitaría un tiempo y un esfuerzo considerables para probar el efecto de muchos miles de combinaciones de mutaciones” señala el COG-UK en un comunicado.

Pero la mayor preocupación son los cambios que conducen a un aumento de las reinfecciones o al posible fracaso de la vacuna. Dos de los cambios son particularmente de interés: La llamada N501Y que le permite al coronavirus aumentar la fuerza con la que la proteína se une al receptor humano llamado Enzima Convertidora de Angiotensina 2 (ACE2, por sus siglas en inglés) que usa el virus como una pequeña puerta molecular para invadir las células humanas.

La otra, es denominada 69-70del que conduce a la pérdida de dos aminoácidos de la proteína espiga y, al parecer, ayuda al virus a evadir la respuesta inmune en algunos pacientes inmunodeprimidos.

“No está claro cómo y dónde se originó el SARS-CoV-2 VOC 202012/01, apareció inicialmente en el sureste de Inglaterra, pero en unas pocas semanas comenzó a reemplazar otros linajes de virus en esta área geográfica y Londres”, señala un comunicado de la Organización Mundial de la Salud sobre las variantes del coronavirus.

Rápida evolución

Este patógeno evoluciona rápidamente al invadir poblaciones humanas, y es imposible evitar el surgimiento de nuevas variantes, linajes y cepas, ya que el coronavirus es capaz de adaptarse a las nuevas condiciones de sus hospederos (los humanos) de manera permanente.

Pero esta no es la única variante identificada de SARS-CoV-2 en las últimas semanas, también se han identificado la N453Y y Mink que surgieron en granjas de visones (animales de la misma familia de los hurones, tejones y nutrias) en Países Bajos y Dinamarca a fines de la primavera y principios del verano. En Sudáfrica surgió otra llamada 501Y.V2 identificada de un linaje separado al de Reino Unido, pero que también tiene la mutación N501Y en el gen espiga y que podría estar infectando más a los jóvenes.

La preocupación por B.1.1.7 es que podría causar una enfermedad más infecciosa, la nueva variante es 50 veces más contagiosa que el coronavirus de Wuhan.

Para estar al tanto de los cambios del SARS-CoV-2 científicos de varias partes del mundo analizan el mapa genético del coronavirus tomados de muestras de personas enfermas y muertas por la COVID-19; solo así es posible advertir los cambios que está adquiriendo mientras infecta y predomina entre las poblaciones. De ahí la importancia de llevar a cabo el análisis de las secuencias genéticas y el estudio filogenético para actualizar de manera permanente su “árbol genealógico”.

A poco más de un año de haber surgido el nuevo coronavirus se han identificado muchas variantes genéticas. Su análisis ha sido útil para comprender los patrones de propagación y transmisión en todo el mundo, pero sobre todo para vigilar las mutación que lo hacen aún más peligroso. Ya el simple hecho de ser más infeccioso y transmisible lo hace mucho más amenazador, sobre todo en un país con la mayor letalidad del mundo y donde el 80% de los fallecimientos por COVID-19 no ocurren en las salas de cuidados intensivos como ocurre en México.

Se trata de nuevas variantes de las que todavía no se conocen todas sus características, pero se están extendiendo más rápido que otras. A marchas forzadas los equipos científicos están estudiando el efecto de las mutaciones sobre el potencial de reinfección, la vacunación, las pruebas de diagnóstico, la gravedad de la infección y la transmisibilidad.

La epidemiología, el sentido común y la prudencia indican que hay que tomarse en serio a la nueva variante. Deben establecerse controles sanitarios en puertos, aeropuertos y fronteras.

La OMS aconseja fortalecer la vigilancia epidemiológica permanente, llevar a cabo las pruebas estratégicas; realizar investigaciones de brotes y rastreo de contactos; y, cuando proceda, ajustar las medidas sociales y de salud pública para reducir la transmisión del SARS-CoV-2.

 
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