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Inicia el cuarto año de la pandemia de COVID-19

Hace tres años, el 11 de marzo de 2020, desde las oficinas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Ginebra, Suiza, se anunciaría la mayor crisis de salud mundial en cien años: se declararía como pandemia a la nueva enfermedad por el coronavirus 2019 (COVID-19).

Sería el inicio de una auténtica pesadilla global que enlutaría a millones de hogares en todo el planeta, que dañaría personas, desintegraría sistemas de salud y devastaría economías.

Una crisis sanitaria que ya ha durado tres años, pero que, en algunos países como México, esa crisis se convertiría en una verdadera catástrofe.

“Estamos profundamente preocupados tanto por los niveles alarmantes de propagación y gravedad, como por los niveles alarmantes de inacción” exclamó Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, al anunciar la emergencia sanitaria. “Por lo tanto, hemos evaluado que COVID-19 puede caracterizarse como una pandemia”.

Ghebreyesus, médico etíope quien desde 2017 encabeza el organismo sanitario multilateral, veía con alarma cómo las autoridades sanitarias de varios países (incluido México y varias naciones desarrolladas como EE.UU., Francia y Reino Unido) habían desdeñado la emergencia sanitaria.

Un nuevo virus desconocido, muy peligroso, de fácil propagación está ocasionando cuadros graves de neumonía atípica que, en muchos casos, puede ser mortal, había anunciado el gobierno Chino a finales de diciembre de 2019. “Pandemia no es una palabra para usar a la ligera o descuidadamente”, enfatizó Ghebreyesus.

A miles de kilómetros de distancia, ese mismo 11 de marzo, en la Ciudad de México, la inacción a la cual hacía referencia el director general de la OMS, se reflejaría claramente en declaraciones del subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell Ramírez, quien en conferencia de prensa, afirmó que “en sentido técnico declarar una pandemia no significa que la situación es más grave (sic)”, sino “simplemente una medida de propagación internacional”.

Mientras en los demás países las decisiones y declaraciones las encabezaba el propio presidente o primer ministro (dada la emergencia), en México el presidente Andrés Manuel López Obrador degradó las medidas hasta un tercer nivel de responsabilidad, con el subsecretario López-Gatell Ramírez al frente, ni siquiera se delegó en el Secretario de Salud.

Desde antes de la declaratoria de la pandemia, México se había quedado en un vacío de liderazgo. Quien encabeza el gobierno federal no tomó acciones ni encabezó las determinaciones. Gustoso de hablar y declarar a lo largo de varias horas todos los días, ante el mayor reto que enfrentaba el país en un siglo, el presidente se asumió incompetente.

“Estamos profundamente preocupados tanto por los niveles alarmantes de propagación y gravedad, como por los niveles alarmantes de inacción” :

Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS

Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud, al anunciar la emergencia sanitaria por la pandemia de COVID-19. Imagen cortesía de: OMS

Alerta internacional

En la última semana de diciembre de 2019, en la ciudad de Wuhan, China, los casos de esta misteriosa neumonía se habían multiplicado con rapidez. El médico chino Li Wenliang, oftalmólogo del Hospital Central de Wuhan, alertó sobre extraños casos respiratorios parecidos al Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS, por sus siglas en inglés).

“No circule el mensaje fuera de este grupo. Haga que su familia y seres queridos tomen precauciones”, escribió a sus colegas a través de una aplicación de mensajería telefónica.

El médico es considerado un héroe debido a que su alerta llegaría a colegas de otras partes del mundo, el primer aviso internacional, pero el gobierno chino, en su intento de negar el suceso, lo investigaría “por propagar información alarmista y falsa”.

Durante el brote inicial, Wenliang atendió a varios pacientes en el epicentro de la pandemia, entre ellas una mujer que sufría ese cuadro respiratorio; sin saberlo estaba contagiada con el nuevo coronavirus e infectó al médico, quien moriría días después, el 20 de enero.

Ante la multiplicación de casos, el análisis de muestras y la alerta lanzada por Wenliang, al gobierno chino no le quedó más remedio que admitir la existencia del nuevo patógeno. Difundió que la enfermedad estaba ligada al contacto con animales salvajes y que la zona cero del brote era un mercado de mariscos y de animales vivos –llamados “húmedos”– en Huanan, en la ciudad de Wuhan, con 11 millones de habitantes.

La OMS corroboró el surgimiento del nuevo patógeno el 9 de enero de 2020. Un coronavirus tipo 2 causante del Síndrome Respiratorio Agudo y Severo, abreviado en inglés SARS-CoV-2. Inicialmente a la enfermedad se le llamó “2019-nCoV” por la nomenclatura en inglés que significa nuevo coronavirus de 2019, posteriormenete se le conoció como enfermedad por el coronavirus 2019 (COVID-19).

Cuando se hizo el anuncio, el coronavirus ya tenía casi dos meses dispersándose por la ciudad de Wuhan y en varios sitios de la provincia de Hubei, China. Un primer equipo internacional de científicos de la OMS que investigó el origen de la pandemia estima que desde finales de octubre de 2019 ya se habían reportado los primeros casos de una enfermedad desconocida que ocasionaba casos atípicos de neumonía y, con frecuencia, causaba la muerte. (https://www.who.int/health-topics/coronavirus/origins-of-the-virus)

Más tarde, el 30 de enero de 2020, la OMS la catalogó como una epidemia de “emergencia de salud pública de preocupación internacional” por su alta peligrosidad.

El 9 de enero de 2020 la OMS corroboró el surgimiento del nuevo patógeno: Un coronavirus tipo 2 causante del Síndrome Respiratorio Agudo y Severo, abreviado en inglés SARS-CoV-2. Imagen cortesía de: rawpixel.com

Pandemia subestimada

Ante la alerta internacional de la OMS, el aviso del gobierno chino y la preocupación de cientos de científicos de todo el mundo, muchos gobiernos ignoraron y subestimaron el riesgo, incluido y especialmente, el mexicano.

“…Hoy el coronavirus 2019, no hemos considerado que cumpla las condiciones para ser considerada una emergencia (sic)”, dijo Hugo López-Gatell Ramírez, en conferencia de prensa el 29 de febrero de 2020 (ver video de la conferencia en https://www.youtube.com/watch?v=9N0Ti0XCiUs&t=17s  minuto 10 con 45 segundos). Tal declaración muestra con claridad el desdén de quienes tenían la responsabilidad de preparar la país ante lo que se venía.

“Ayer (28 de febrero de 2020) el Comité Nacional para la Seguridad en Salud, que preside la Secretaría de Salud y el Comité Nacional de Emergencias, que preside la Coordinación de Protección Civil, conjuntamente analizando la situación, determinamos que esta situación del coronavirus, esta epidemia, no cumple las características para ser considerada una emergencia (sic)”, sentenció López-Gatell Ramírez. (ver video de la conferencia en https://www.youtube.com/watch?v=9N0Ti0XCiUs&t=17s  minuto 11 con 25 segundos).

Hemos iniciado el cuarto año de la pandemia y a lo largo de este tiempo, en múltiples ocasiones, las autoridades sanitarias mexicanas han minimizado no solo a la enfermedad, sino también a las investigaciones y estudios científicos que desde el principio de la pandemia empezaron a circular en todas las revistas científicas internacionales de manera gratuita.

Funcionarios de la Secretaría de Salud, encabezados por Hugo López-Gatell Ramírez, en conferencia de prensa del 29 de febrero de 2020, en Palacio Nacional. Imagen tomada del video institucional de la Secretaría de Salud y la Presidencia de la República.

Principio de la hecatombe

En el momento en que se declaró la pandemia, había casi 120 mil casos y más de 4 mil muertes en 114 países de cinco continentes. “Nunca antes habíamos visto una pandemia provocada por un coronavirus. Y nunca antes hemos visto una pandemia que pueda ser controlada, al mismo tiempo”, manifestó Ghebreyesus.

Preocupaba a los expertos internacionales la gran capacidad de contagio y propagación; el coronavirus ya se mostraba incontenible.

Los especialistas alertaban del elevado riesgo, ya que el coronavirus contagiaba principalmente por el aire, al igual que la influenza. Un coronavirus que se transmitía principalmente a través de pequeñas gotículas, microgotas o aerosoles de saliva que permanecían flotando durante horas en lugares mal ventilados y que podían ser expulsados por las personas contagiadas, muchas de ellas asintomáticas, a más de 3 metros de distancia al respirar, hablar, toser o estornudar.

Ahora se sabe que el SARS-CoV-2, junto con todas sus variantes y subvariantes, es el virus más transmisible del que haya registro hasta ahora, varios cientos de veces más contagioso que el sarampión y la influenza.

Como una de las principales medidas de protección, los expertos y la OMS recomendaron el uso de cubrebocas, capaces de detener micropartículas de 2.5 micras, y el distanciamiento social.

Sin embargo, en México tanto López-Gatell Ramírez como López Obrador difundieron falsa información sobre el uso del cubrebocas que costó la vida de miles de personas.

El uso de cubrebocas N95 protege del contagio por el coronavirus con una eficiencia del 95%, señalaron decenas de investigaciones científicas publicas en revistas científicas internacionales. Junto con el distanciamiento físico esta es una de la medidas de prevención más importantes al alcance de todas las personas.

el día que se declaró la pandemia, el subsecretario López-Gatell Ramírez sostuvo, en conferencia de prensa, que la protección que proporciona el cubrebocas era “un mito”.

Noticias falsas sobre el cubrebocas

Infinidad de estudios como el llevado a cabo por la OMS llamado “Asesoramiento sobre el uso de mascarillas en el contexto de COVID-19” (https://apps.who.int/iris/handle/10665/332657), se recomendó el uso generalizado del cubrebocas “en situaciones y entornos específicos como parte de un enfoque integral para suprimir la transmisión de SARS-CoV-2”.

Los Centros para el Control de Enfermedades de EE. UU. pidió a sus conciudadanos que usaran mascarillas faciales para ayudar a disminuir las posibilidades de contagio de COVID-19.(https://espanol.cdc.gov/coronavirus/2019-ncov/prevent-getting-sick/masks.html).

Asimismo, en un análisis de 172 investigaciones llevadas a cabo en 16 países en 6 continentes, y publicado en la revista The Lancet, se midió el impacto del distanciamiento físico, el uso de mascarillas y la protección ocular para prevenir la transmisión del SARS-CoV-2 de persona a persona.

En esa investigación se demostró que “el uso de mascarillas N95 podría resultar en una gran reducción en el riesgo de infección de hasta el 95% y brindan una certeza 3% mayor que las mascarillas o cubrebocas quirúrgicas desechables o los cubrebocas reutilizables de algodón de más de 3 capas” (https://doi.org/10.1016/S0140-6736(20)31142-9).

Mientras estos y cientos de estudios y artículos científicos informaban a la sociedad la importancia del uso de cubrebocas y mascarillas aquí, el mismo 11 de marzo, el subsecretario López-Gatell Ramírez sostenía en conferencia de prensa que la protección que proporciona el cubrebocas era “un mito”.

“La gente percibe que como ya está cubierta la cara, su nariz y boca ya no tiene riesgo, y la verdad es que esto no le protege sustancialmente, no lo necesita (sic)”, dijo el funcionario (Ver conferencia del 11 de marzo en: https://www.youtube.com/watch?v=tef58k1hb8U minuto 26 segundo 15).

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, durante conferencia de prensa el 18 de marzo de 2020, nueve días después de la declaratoria de la pandemia de COVID-19, por la OMS. Desde Palacio Nacional desestimó al coronavirus y señaló que su protección contra el SARS-CoV-2 es la estampita “El detente” . Imagen tomada del video institucional de Presidencia de la República.

Cuarto año de la pandemia

Ya nos encontramos en el cuarto año de la pandemia de COVID-19, y a pesar de los avances científico y tecnológicos no sabemos bien a bien cuántas personas han muerto o enfermado por el coronavirus en el mundo. Al igual que la pandemia de influenza del siglo pasado (entre 1918-1920), no se tienen cifras certeras.

De la llamada “Gripe Española” se dice que pudieron haber muerto entre 20 millones y 50 millones de personas. Ahora, con la pandemia de COVID-19 en tres años, se tienen diferentes contabilidades: la OMS basa sus registros en los reportes de cada país y hasta el día de hoy (11 de marzo) hay 6 millones 881 mil 955 muertes, pero la misma OMS estima que para tener una cifra más certera se debe multiplicar ese dato por un factor de tres.

En México, de acuerdo con el subregistro de la Secretaría de Salud, hay 333 mil 235 fallecimientos por el coronavirus, pero no concuerdan con los datos del propio gobierno federal que tiene registrados más de 650 mil muertes, que tampoco coinciden con el Registro Nacional de Población que lleva contabilizadas 505 mil 746 vidas perdidas (https://coronavirus.gob.mx/exceso-de-mortalidad-en-mexico/).

Otros estudios científicos estiman que en el mundo las cifras de fallecimientos por COVID-19 son el triple de las cifras oficiales, como la investigación realizada por un equipo de más de 60 científicos encabezados por Haidong Wang, del Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud, de la Universidad de Washington, que analizó el exceso de mortalidad en 191 países, entre el 1 de enero de 2020 y el 31 de diciembre de 2021.

Los resultados indican que cuando menos 18 millones 200 mil personas habían perdido la vida por el nuevo coronavirus en el planeta hasta diciembre de 2021, lo que equivalía a tres veces las cifras oficiales.

La misma OMS reconoció que entre entre el 1 de enero de 2020 y el 31 de diciembre de 2021 el exceso de mortalidad fue de aproximadamente 15 millones. El triple de lo registrado por el propio organismo (https://www.who.int/data/stories/global-excess-deaths-associated-with-covid-19-january-2020-december-2021).

Si se extrapola este factor en la actualidad, la cifra de muertes se elevaría en alrededor de 21 millones a nivel mundial y a más de 900 mil fallecimientos en México.

Ya sea por acción u omisión muchos han sido los graves errores que ha cometido el gobierno mexicano frente al coronavirus y en conferencias de prensa de funcionarios de salud, desde Palacio Nacional, que durante dos años se llevaron a cabo todos los días y actualmente cada semana, se ha difundido mucha información falsa.

A tres años de la pandemia, en México la sociedad ha pagado con un alto costo en vidas humanas las decisiones tomadas sin sustento científico.

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