19.4 C
Mexico City
viernes, mayo 10, 2024
HomeNaturalezaMueren corales mexicanos por epidemia de origen desconocido

Mueren corales mexicanos por epidemia de origen desconocido

Uno de los principales atractivos ecoturísticos del área natural protegida del Caribe mexicano, los arrecifes coralinos, se encuentra en grave peligro debido a una enfermedad de origen desconocido que está devastando algunas especies de corales que conforman el Sistema Arrecifal Mesoamericano, el segundo arrecife de barrera más grande del planeta.

Entre 2018 y 2020 esta enfermedad llamada “pérdida de tejido de coral duro” (SCTLD por sus siglas en inglés) se convirtió en una auténtica epidemia que atacó los corales del Caribe mexicano a una velocidad sin precedentes y se extendió por cientos de kilómetros provocando una pérdida de corales nunca antes vista, con tasas de mortalidad de entre el 80% y el 94% en algunas especies.

“Esta enfermedad emergente probablemente se convierta en la perturbación más letal jamás registrada en el Caribe”, señala la investigación publicada esta semana en la revista Communications Biology del grupo Springer Nature, realizada por un equipo de investigadores mexicanos encabezado por Lorenzo Álvarez Filip, del Laboratorio de Biodiversidad y Conservación de Arrecifes, del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología, de la UNAM.

Los científicos analizaron 29 mil 95 colonias de coral en 101 sitios a lo largo de 450 kilómetros de arrecifes del Caribe mexicano –entre julio de 2018 y enero de 2020–, y encontraron que de las 48 especies de coral estudiadas 21 de ellas estaban afectadas por la enfermedad.

Las especies más dañadas fueron las pertenecientes a los grupos de coral “pilar” (Dendrogyra cylindrus, con forma de cactus) que han perdido el 94% de sus ejemplares, por lo cual se encuentran el peligro de desaparecer; y las especies “laberinto” (Meandrina spp) y “cerebro” (Faviinae) que experimentaron pérdidas de poblaciones superiores al 80%.

En 2014 se detectó esta enfermedad en los corales de la costa de Miami que en cinco años se extendió por todo el litoral de Florida, sin embargo, en los arrecifes mexicanos la enfermedad se ha propagado mucho más rápido.

“Detectamos por primera vez el brote de SCTLD en México en el verano de 2018, pero para mediados de 2019 ya se había extendido en toda la costa del Caribe mexicano, mucho más rápido de lo que se reportó en Florida”, señala Lorenzo Álvarez.

Los arrecifes coralinos del Caribe mexicano han perdido el 94% de los ejemplares del coral “pilar” (Dendrogyra cylindrus, con forma de cactus), uno de los más afectados. En tan solo 4 meses los ejemplares murieron y solo quedan los esqueletos de color blanco. Imagen cortesía de: Lorenzo Álvarez.

Los científicos desconocen su origen, pero al analizar 29 mil 95 colonias de coral en 101 sitios, encontraron que de las 48 especies de coral estudiadas 21 de ellas estaban afectadas por el patógeno.

Causa desconocida

Aún no se conoce a ciencia cierta la causa de esta enfermedad, pero desde 2014 se han llevado a cabo estudios bacteriológicos; también se están realizando investigaciones moleculares para detectar la presencia de virus en el mar que, aparentemente, podrían estar atacando a los simbiontes de los corales duros.

Los corales establecen una relación simbiótica (de mutuo beneficio) con microalgas llamadas zooxantelas, que les proporcionan energía y nutrientes mientras que los corales les brindan un hogar seguro y alimento de dióxido de carbono.

“Al parecer los virus pueden estar afectando a los simbiontes lo que genera un desbalance energético en el coral y eso los hace más susceptibles al ataque de otros patógenos”, explica Lorenzo Álvarez.

Estos corales tienen un esqueleto de carbonato de calcio (duro como la piedra), solo la capa superficial (los primeros milímetros) es de tejido blando, el cual tiene los característicos colores llamativos de los corales. Las especies afectadas por SCTLD son los corales duros mientras que a los corales blandos no les causa daño.

El Coral laberinto (Meandrina spp) es una de las especies más afectadas por SCTLD (en color blanco), principalmente las poblaciones cercanas a los polos de desarrollo del Caribe mexicano como Cancún y Playa del Carmen. Imagen cortesía de: Lorenzo Álvarez.

La enfermedad produce la muerte del tejido superficial y el esqueleto blanco queda expuesto, que posteriormente es colonizado por otros organismos. Se pierde una de sus funciones ecológicas más importantes que es la de construir estructuras tridimensionales que conforman los arrecifes y proveer hábitats a la fauna marina.

Al morir el esqueleto de los corales se degrada un centímetro cada año por lo cual su pérdida se observará, a ojos no especializados, en los próximos 10, 20 o 30 años. Aparentemente la repercusión no es inmediata y, por ello, los científicos temen que las acciones de recuperación se lleven a cabo lentamente, a pesar de la emergencia.

El equipo de colaboradores de Álvarez está analizando lo que ocurre con la estructura de carbonato de calcio una vez que se muere el coral. Básicamente han observado dos procesos: uno llamado disolución, en el que se empieza a deshacer el esqueleto por dentro, como ocurre con los huesos humanos con osteoporosis. Se debilita la estructura al interior y se hace más frágil ante los embates de huracanes.

También ocurre la llamada erosión externa, en la que otros organismos biológicos van desgastando poco a poco las estructuras por fuera. Si ya no hay tejido vivo en el coral, se debilita por dentro y por fuera se erosiona.

los arrecifes de coral proporcionan alimentación, medios de vida y oportunidades económicas a más de 500 millones de personas de 100 países, así como protección costera frente al aumento de los fenómenos meteorológicos extremos.

Efecto económicos y en ecosistemas

Los arrecifes coralinos conforman ecosistemas marinos muy diversos: sus estructuras tridimensionales con formas muy complejas constituyen refugios naturales para la reproducción de fauna marina y otros organismos; son prácticamente los cuneros naturales de mariscos, moluscos y 500 especies de peces y tortugas en peligro de extinción.

Los arrecifes de coral proporcionan alimentación, medios de vida y oportunidades económicas a más de 500 millones de personas de 100 países. Brindan servicios ecosistémicos fundamentales para las comunidades costeras como el enriquecimiento de manglares; la protección natural ante el embate de tormentas y huracanes; es fuente de alimento e impulsa el desarrollo de pesquerías; y también es la base del turismo local, nacional e internacional.

De acuerdo con el informe “La economía de los arrecifes de coral” del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), la inversión en los arrecifes de coral para prevenir la disminución del Sistema Arrecifal Mesoamericano podría generar ingresos por 35 mil millones de dólares para 2030, en tres sectores clave: el turismo, la pesca comercial y el desarrollo costero.

Sin embargo, estos ecosistemas se están degradando rápidamente como resultado del cambio climático antropogénico que ha incrementado las temperaturas del mar, pero también por la pesca excesiva y destructiva, la acidificación de los océanos, así como la contaminación de mar y tierra en ciudades y polos de desarrollo costeros.

De acuerdo con el informe del PNUMA, en 2018 el planeta ya había perdido por lo menos una quinta parte de los arrecifes de coral, pero enfrenta la posibilidad de perder hasta el 90% de todos los arrecifes durante los próximos 30 años.

En este contexto, la enfermedad “pérdida de tejido de coral duro” ha encontrado un caldo de cultivo ideal para afectar especialmente a los corales duros que crecen muy lentamente: un centímetro cada año.

En el artículo los científicos reportan que la muerte abrupta del coral redujo radicalmente la abundancia de especies, también se han perdido los rasgos que sustentan la funcionalidad física de los arrecifes de coral y su integridad ecológica.

Imágenes del coral “cerebro” del arrecife localizado en la costa de Puerto Morelos, se nota la muerte de los corales en tan solo unos meses. Imágenes cortesía de: Lorenzo Álvarez.

Más efectos en polos de desarrollo

Durante el proyecto de investigación los científicos detectaron que los mayores efectos de la enfermedad se presentaron en los corales cercanos a los polos de desarrollo costeros.

“Hay una relación directa de mayor número de corales enfermos en lugares cercanos a los polos de desarrollo como Cancún o Playa del Carmen”, afirma Lorenzo Álvarez. “Estos centros turísticos y urbanos de alguna manera tienen impacto sobre la calidad del agua marina; hay mayor contaminación y degradación”.

Estas condiciones que existían previamente al brote epidémico generaron mayores niveles de estrés entre los corales de tal manera que, al llegar el patógeno, los efectos en la salud de los corales fueron devastadoras por no encontrarse en condiciones óptimas.

De manera inversa, la investigación encontró que aquellos corales alejados de los polos de desarrollo no tuvieron efectos tan severos como es el caso de la zona de la Reserva de la Biósfera Banco Chinchorro o la Reserva de Sian Kaan.

Para los investigadores ha sido positiva la reacción de grupos de sociedad civil que están llevando a cabo acciones de rescate, protección y rehabilitación de corales. Se ha despertado la voluntad de ayudar, pero se trata de acciones locales con efecto en pequeñas zonas, mientras que los daños han ocurrido a lo largo de cientos de kilómetros.

“Tenemos que implementar acciones locales, que son muy positivas”, dice Lorenzo Álvarez. “Pero debemos cambiar las condiciones a nivel regional y global, porque esas son las causas subyacentes que están detonando todos los problemas que estamos viendo en los arrecifes de coral”.

Durante el proyecto de investigación los científicos observaron que los mayores efectos de la enfermedad se presentaron en los corales cercanos a los polos de desarrollo costeros.

El equipo de científicos y alumnos de posgrado que encabeza Lorenzo Álvarez, enfoca algunas de sus investigaciones a la comprensión de los mecanismos naturales con los que cuentan los corales para enfrentar la enfermedad y recuperarse. Imagen cortesía de: Lorenzo Álvarez.

Diversos grupos de científicos a nivel nacional e internacional están llevando a cabo proyectos de investigación para entender lo que ocurre con esta enfermedad, por ejemplo, en México se realizan análisis del microbioma coralino; estudios genómicos de coral; investigaciones de restauración y reproducción; y aspectos ecológicos, para atacar el problema de manera integral.

Específicamente, Álvarez y su grupo se están enfocando a comprender los mecanismos naturales con los que se podrían recuperar los corales. “Queremos entender si tienen la capacidad natural para contrarrestar la enfermedad”, dice.

En exploraciones llevadas a cabo este año, los investigadores observaron una ventana de oportunidad: están encontrando reclutas juveniles de los corales “laberinto” y “cerebro” –dos de las especies más afectadas–, es decir, nuevos ejemplares que han resistido el ataque de la enfermedad de manera natural.

Sin embargo, el investigador señala que se requieren más recursos y más investigadores enfocados a este problema en nuestro país: “somos pocos investigadores, estudiantes y con recursos limitados y el problema es de gran impacto para todo el país”.

 
- Advertisment -

Most Popular

Recent Comments