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sábado, abril 27, 2024
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Diputados afectarán fondos de más del 60% de la ciencia mexicana

Los diputados de la 4T han sido timados: extinguirán los fondos más eficientes de la ciencia mexicana que sustentan más del 60% de la investigación científica y tecnológica del país y dejarán intactos los fideicomisos menos transparentes que existen. Y no lo saben, les engañaron.

Desde el sexenio del presidente Vicente Fox la ciencia mexicana se “fideicomizó” y casi todos los programas y fondos del sector, incluidos aquellos con los que trabaja el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), se ejercen a través de fideicomisos, algunos de ellos establecidos con la banca privada.

En el Conacyt existen 65 fideicomisos; el primero de ellos fue creado en el sexenio de Carlos Salinas; 47 en el sexenio de Vicente Fox; 11 en el de Calderón; y 5 en el gobierno de Peña Nieto.

En conjunto aglutinan la nada despreciable suma de 27 mil 600 millones de pesos y la mayoría de ellos se establecieron bajo la figura de “Fondos Mixtos” acordados entre el Conacyt y cada uno de los estados de la República, y los “Fondos Sectoriales”, establecidos entre el Conacyt y las Secretarías de Estado. Pero además hay otros cuatro fideicomisos “institucionales” del Conacyt, dirigidos a impulsar la innovación tecnológica y la investigación científica básica.

Estos fideicomisos han sido un rotundo fracaso, no han cumplido con los objetivos para los cuales fueron creados: México sigue siendo un país cada vez más dependiente en el ámbito científico y tecnológico, lo cual ha desnudado con toda crudeza la pandemia de la COVID-19. Dicha dependencia ha dejado al país en el simple papel de comprador de vacunas, medicamentos, así como de instrumentos y equipamiento médico.

Además, en muchos de ellos no es posible saber con certeza cuál ha sido ni cuál será el destino de los saldos disponibles en cada uno de los fideicomisos. En varios casos la administración de esos recursos no se han regido bajo los principios de eficiencia, economía, transparencia ni honradez.

Es sabido que muchos gobiernos estatales y secretarías de Estado han ejercido tales recursos públicos de forma opaca y discrecional, como “caja chica”.

Sin embargo, esos fideicomisos han quedado fuera de la iniciativa que discutirá el pleno de la Cámara de Diputados de la LXIV Legislatura y que pretende extinguir los fideicomisos de otras instituciones científicas.

Los diputados no saben lo que están haciendo, son analfabetos científicos disfuncionales y han sido engañados. Habría que investigar quién y desde dónde se tomó la decisión absurda de desaparecer los fondos de los Centros Públicos de Investigación y mantener los fideicomisos del Conacyt.

Se quiere desaparecer los Fondos de Investigación Científica y Desarrollo Tecnológico que impulsan proyectos científicos y tecnológicos que llevan a cabo más del 60% de los y las científicas del país.

Se extinguirán los fondos más eficientes

De acuerdo con la iniciativa, solo se cancelarán el Fondo Sectorial Conacyt-Secretaría de Energía-Hidrocarburos y el Fondo Sectorial Conacyt-Secretaría de Energía-Sustentabilidad Energética, que tienen casi 13 mil millones de pesos; los otros 63 fideicomisos del Conacyt, los más opacos, van a permanecer intactos.

Los fideicomisos que se pretende eliminar son aquellos conformados por recursos presupuestales de cada año y los autogenerados por los propios Centros Públicos de Investigación. Se quiere desaparecer los Fondos de Investigación Científica y Desarrollo Tecnológico que impulsan proyectos científicos y tecnológicos que llevan a cabo más del 60% de los y las científicas del país.

De concretarse ese golpe, se sufrirá la peor catástrofe en la corta historia de la ciencia mexicana. En esta materia, la 4T será la más retrógrada, incluso superará al gobierno panista de Calderón, que hasta ahora ha sido el más perjudicial.

La ciencia que se verá afectada es la que se lleva a cabo en los Centros Públicos de Investigación del país que incluyen 26 Centros-Conacyt distribuidos en prácticamente todo el territorio nacional, entre ellos, El Colegio de México; la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales; el Centro de Investigación en Química Aplicada; el Centro de Ingeniería y Desarrollo Industrial; el Centro de Innovación Aplicada en Tecnologías Competitivas; el Instituto de Ecología; el Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica; el Centro de Investigación en Materiales Avanzados; el Centro de Investigación Científica de Yucatán; el Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada, Baja California, entre otros.

También afectará a instituciones como el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del IPN (CINVESTAV-IPN); el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP); la Universidad Pedagógica Nacional; el Instituto Mexicano del Petróleo; El Colegio de Posgraduados; el Instituto Mexicano de Tecnología del Agua; el Instituto Nacional de Electricidad y Energías Limpias; el Instituto Mexicano del Seguro Social y el Instituto Politécnico Nacional.

De concretarse ese golpe, se sufrirá la peor catástrofe en la corta historia de la ciencia mexicana. En esta materia, la 4T será la más retrógrada, incluso superará al gobierno panista de Calderón, que hasta ahora ha sido el más perjudicial.

¿Para qué tanto fideicomiso?

Los fideicomisos surgieron como un instrumento de la banca privada que permite generar intereses a tasas muy atractivas y administraciones muy reducidas. Sin embargo, al crearse los fideicomisos públicos se buscó no solamente contar con recursos de manera eficiente sino, sobre todo, saltarse muchas de las trabas burocráticas que existen en la hacienda y la administración pública. Esta es la razón fundamental por la cual han sido tan usados en el sector científico.

El presupuesto que cada año se otorga a la ciencia tiene que ser ejercido ese mismo año, pero por la ineficiencia de la administración pública siempre se entregan tarde –varios meses después–, lo cual reduce el tiempo para ejercer los recursos, lo que afecta el avance de las investigaciones. Los fideicomisos permiten una ministración más pronta y eficiente de los dineros.

En el ámbito científico es imposible regir las investigaciones en “tiempos burocráticos”. Es imposible decir: “este año descubriré tal o cual cosa”. La ciencia se guía a través de otros mecanismos: los de la generación del conocimiento, que suelen ser de largo plazo. No por criterios administrativos.

Por ello, con mucha frecuencia se requiere apoyar proyectos que duran varios años, lo cual rebasa las barreras burocráticas hacendarias. Los fideicomisos permiten mantener el financiamiento de proyectos de forma multianual, algo que no existe en la burocracia administrativa.

Cuando los Centros de Investigación generan recursos propios por proyectos y servicios tecnológicos que llevan a cabo con sectores productivos o a través de donativos, los fideicomisos sirven como entes mucho más eficaces y permiten ejercer esos recursos por los propios Centros que los generan y no por el secretario de Hacienda o el Presidente en turno. De esta manera, complementan el cada vez más exiguo financiamiento de sus actividades científicas.

Hay que resaltar que los recursos que ejercen los Centros Públicos de Investigación tanto por vía presupuestaria, como donativos o autogenerados son los más auditados y fiscalizados que hay en la ciencia mexicana. Son los más eficientes. Cuentan con mecanismos y reglas de operación institucionales y federales en el que participan no solo los integrantes de la propia institución y los órganos internos de control sino también de otros sectores.

Es claro que los fideicomisos tienen que transparentar sus procedimientos, mejorar sus reglas de operación y permitir el escrutinio público. Son perfectibles. Pero también es necesario que las leyes y reglamentos para ejercer los recursos financieros destinados a impulsar las actividades científicas y tecnológicas en México deben cambiar, transformarse. Si se quiere eliminar los fideicomisos, antes se tiene que corregir la manera en que se pueden administrar y suministrar los recursos destinados a la ciencia con criterios fiscales acordes con la actividad científica, y no al revés.

Se debe señalar con claridad que no todos los fideicomisos son iguales y que aquellos que los diputados pretenden extinguir afectarán terriblemente a la ciencia mexicana ¿Acaso estarán conscientes de ello? No lo creo, fueron engañados.

De confirmarse, sus efectos perjudicarán aún más el desarrollo científico y tecnológico del país, condenándolo a la más lacerante dependencia en los momentos en los que la sociedad mexicana necesita más que nunca de la ciencia y la tecnología.

 
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