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Ciencia y tecnología patriarcales

Milenios de talento humano han sido desperdiciados y malogrados por el machismo y el patriarcado. Desde que existen los registros históricos, y seguramente desde antes, la mitad femenina de la humanidad ha sido discriminada, abusada, vejada, odiada, asesinada.

Debido a esa cultura patriarcal el mundo está al borde del colapso humanitario, ambiental, ecológico, social y económico. Si desde el principio de los tiempos la humanidad hubiera sido equitativa e igualitaria hacia las mujeres este sería un mundo mejor. Mucho mejor.

Esta situación ya no puede ni debe continuar así: tanto nuestro planeta como la ciencia necesitan de las mujeres y niñas desarrolladas en plenitud, en un ambiente de inclusión, de seguridad y libertad.

Como es sabido, la cultura machista y patriarcal se refleja claramente en la ciencia y la tecnología, que arrastran rezagos milenarios en equidad de género. Esto se refleja en cifras realmente alarmantes: en la actualidad solo el 30% de los investigadores del mundo son mujeres y solo el 35% de todos los estudiantes matriculados en campos de estudio relacionados con la ciencia, tecnología, ingenierías y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés) son mujeres.

Muchas son las características de este obstáculo: en los campos de STEM las mujeres publican menos artículos científicos, se les paga menos por su trabajo de investigación, y no avanzan ni son tan reconocidas como los hombres en sus carreras.

Con frecuencia, desde edades tempranas se nos hace creer que las mujeres no son lo suficientemente inteligentes para las ciencias y las tecnologías, o que carecen de afinidad natural por esos campos. Esa cultura patriarcal cotidiana e “invisible” se vive y se respira en todos los ámbitos académicos y científicos, aún en aquellos donde la presencia de la mujer ha sido más aceptada.

Si bien el futuro de la humanidad depende cada vez más del progreso científico y tecnológico, este “progreso” será imposible hasta que las mujeres no se conviertan en descubridoras, creadoras, inventoras, desarrolladoras, en equidad de oportunidades y en condiciones adecuadas. El tiempo que tardemos en eliminar la brecha e inequidad de género será el mismo periodo para lograr un mejor desarrollo democrático, económico y social sostenibles, basados en el conocimiento científico y tecnológico.

Si bien en general la participación de las mujeres en la investigación está aumentando, la desigualdad se mantiene en todas las geografías y áreas temáticas en términos de resultados de publicaciones, citas, presupuestos otorgados y colaboraciones.

El informe titulado El viaje del investigador a través de la visión de género, del grupo editorial Elsevier –uno de los de mayor impacto científico a nivel mundial– publicado en 2020, examina la participación en la investigación científica, el progreso académico profesional y las percepciones en 26 campos científicos de los 28 países de la Unión Europea (incluido todavía el Reino Unido) y otros 15 países, entre ellos México.

El informe se basa en la experiencia de análisis y fuentes de datos de Elsevier, especialmente la base de datos Scopus, complementado por expertos de todo el mundo, entre ellos Sandra W. Robert, directora ejecutiva de la Asociación de Mujeres en la Ciencia (AWIS, por sus siglas en inglés), con el objetivo de comprender mejor el papel que desempeña el género en la investigación científica global.

También busca proporcionar información y datos basados en evidencias científicas para que los gobiernos, financiadores e instituciones de todo el mundo emprendan políticas, más estudios e investigaciones orientadas a eliminar esa brecha predominante.

Entre algunos de los resultados destaca el hecho de que en los 43 países estudiados la proporción de mujeres y hombres como autores de los trabajos científicos estuvo más cerca de la paridad en los pasados 5 años en comparación con lo que ocurrió una década antes. Entre 1999 y 2003 la participación en la ciencia fue de 29% de mujeres por 71% de hombres, mientras que entre 2014 y 2018, fue de 38% de mujeres por 62% de hombres.

En promedio, las investigadoras redactan menos artículos científicos que los hombres en todos los países, independientemente del puesto de cada autor. La menor diferencia en el número de publicaciones de mujeres en comparación con los hombres se observó entre los primeros autores, y la mayor diferencia se observó entre los coautores.

Sin embargo, no en todas las áreas del conocimiento el incremento de mujeres como autoras de trabajos científicos fue similar; por ejemplo, en medicina el aumento fue de 46.5%, en fisiología del 56.7% y en neurociencias del 48.1%; mientras que en ciencias de la computación fue del 19.7%. Pero aún falta mucho camino.

Para la mayoría de los países, la proporción de mujeres es más baja en las ciencias físicas y más alto en las ciencias de la vida y la salud. Enfermería y psicología se destacan con más mujeres que hombres en la mayoría de los países. Japón tiene la proporción más baja de mujeres en todos los campos.

El porcentaje de mujeres que mantienen su ritmo de publicación disminuye con el tiempo en todos los países y regiones, excepto Portugal. El porcentaje de mujeres que continúan publicando, luego de 10 años, es menor que de hombres.

En cuanto a las redes de colaboración, existe todavía un marcado sesgo de género ya que en muchas áreas temáticas y países los hombres tienden a tener más coautores que las mujeres; esta diferencia es más amplia para los autores con un historial de publicación más extenso.

La evaluación de los beneficiarios de las subvenciones para proyectos de investigación o becas señala una composición inequitativa de género en todos los países. Canadá tuvo la representación más alta de mujeres beneficiadas, con 50 mujeres por cada 100 hombres que recibieron una beca de investigación, mientras que Japón fue el más alejado de la paridad con 10 mujeres por cada 100 hombres. Los 28 países de la Unión Europea tenían en conjunto una relación de entre 25 y 45 mujeres beneficiadas por cada 100 hombres.

Las disparidades de género no solo se han observado en términos de financiación de la investigación. Otro punto de referencia es la obtención de premios que a su vez son clave en la promoción y el éxito de una carrera. Aquí es claro que los hombres reciben un porcentaje mayor de premios que la mujeres, con las recompensas más altas.

Los mejores premios en ciencias y los reconocimientos otorgados por las sociedades profesionales son obtenidos con más frecuencia por hombres, quienes también reciben más dinero y gozan de mayor prestigio como resultado de ganar dichos reconocimientos. En los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés) en los Estados Unidos, por ejemplo, los hombres tienen los galardones en una proporción de tres a uno. Esto trae consigo un incremento presupuestal para sus proyectos.

En cuanto a los individuos que presentan patentes derivados de sus descubrimientos o sus investigaciones prácticas en todos los países estudiados, las inventoras representaban una clara y pequeña minoría. España tenía la mayor proporción, con 24 mujeres por cada 100 hombres, y se coloca por encima de Francia, con 17 mujeres por cada 100 hombres, y Brasil, con 17 mujeres por cada 100 hombres. México tiene 16 mujeres inventoras por cada 100 hombres, e Italia 15 mujeres por cada 100 hombres. La relación promedio entre mujeres y hombres inventores en la Unión Europea fue de 17 por cada 100 hombres y en Japón, 5 mujeres por cada 100 hombres.

Por otro lado, persiste el sesgo de género en las citas de los trabajos científicos, toda vez que en promedio son más citados los trabajos cuyo primer autor es un hombre que cuando lo es una mujer. Se mantiene la percepción de que el trabajo académico de las mujeres son de menor calidad que las de los hombres, lo cual conduce a menos citas o invitaciones para colaborar, teniendo un efecto negativo en la producción académica futura.

Las mujeres también son más propensas que los hombres a tomar descansos profesionales o cambiar a un puesto de medio tiempo para lograr el equilibrio entre su trabajo y su vida personal o cuidar a una familia; estos descansos pueden reducir la productividad. Después, al regresar, tener una publicación exitosa es más difícil, especialmente si faltan estructuras institucionales de soporte.

Cabe recordar que con mucha frecuencia las publicaciones son una de las formas mas usuales para medir el rendimiento de la investigación académica, por lo que las diferencias de género en el número de publicaciones, así como el impacto de las mismas, pueden tener un efecto negativo significativo en la progresión profesional de las científicas.

Este es un breve resumen de un documento que vale la pena analizar y leer con detenimiento.

Sin duda alguna, en México las protestas de miles de mujeres son ejemplo de perseverancia y de lucha por los derechos humanos, sin embargo, el gobierno mexicano se comporta como machista misógino que ha perdurado a lo largo de siglos gracias a la cultura patriarcal y moralista religiosa.

La protesta de hoy y el paro de mañana deberían llevarnos a reconocer el milenario y lacerante problema de la discriminación, explotación y violencia en contra de las mujeres, y nos debe obligar a reflexionar y actuar para lograr un cambio profundo e incluir la consciencia de género en todas y cada una de las interacciones sociales, culturales y profesionales, de las cuales no se pueden excluir la ciencia y la tecnología.

 
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