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La lucha entre Conacyt y el Foro Consultivo

Durante el proceso de transición entre el gobierno de Peña Nieto y el de López Obrador, las autoridades salientes del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), encabezadas por Enrique Cabrero Mendoza, tuvieron un comportamiento poco institucional: sistemáticamente negaron información sobre los programas, fideicomisos y contratos a las actuales autoridades del Consejo. Ninguna otra dependencia o institución del gobierno federal actuó con tal opacidad. Incluso a dos días de dejar el puesto, Cabrero Mendoza azuzó a los trabajadores al intentar eliminar derechos laborales, supuestamente siguiendo una “instrucción telefónica”.

Era el colofón de una de las administraciones más ineficientes y turbias que ha ocupado el Conacyt en los últimos años. Sin embargo, esa no fue la “última patada de ahogado” de la administración anterior: faltaba el relevo en la Coordinación del Foro Consultivo Científico y Tecnológico, A.C.

El Foro es un órgano “autónomo” de consulta del poder ejecutivo, del consejo general y de la junta de gobierno del Conacyt. Pero es relativamente “autónomo”, porque depende financieramente de los recursos que le proporciona el propio Consejo como “apoyo”. En su artículo 9 fracción V de sus estatutos, se establece que el Conacyt otorgará los apoyos necesarios para el funcionamiento del Foro y el desarrollo de sus actividades. Pero no se define con claridad lo que significa “apoyo”.

De 2013 a 2018, el Foro recibió de parte del Conacyt más de 218 millones de pesos, mientras que los 14 integrantes de su mesa directiva –entre ellos la UNAM, el IPN, la ANUIES, la ADIAT, la CONCAMIN y la AMC–, no aportaron ni un centavo. Así que autonomía financiera nunca ha tenido.

Su autonomía administrativa también es relativa. En el mismo artículo 9, fracción IV, de sus estatutos, se señala que el director general del Conacyt nombrará un Secretario Técnico de la mesa directiva del Foro y que éste tiene todas las facultades legales para la celebración de todos los actos jurídicos y la administración de los recursos que se asignen para su funcionamiento.

Por otro lado, aunque no se menciona en los estatutos, como toda asociación tiene una postura política y social, que resulta determinante para fines prácticos. Pues bien, en la gestión de José Franco (2014-2018), durante la administración peñanietista, no existió “autonomía política”. En ese periodo el Foro dejó de ser un ente crítico, analítico y propositivo, para convertirse en apologista y mancuerna de la administración de Cabrero Mendoza.

En el transcurso del sexenio anterior, durante dos años no se entregaron recursos a la ciencia básica, en todo el sexenio se recortó el presupuesto a este sector y los pocos recursos que hubo se entregaron con varios meses de retraso. Ante esta ineficiencia administrativa que afectó de manera importante a todos los científicos del país ¿qué dijo el Foro Consultivo?: ¡Nada!

Nunca defendió a los científicos; no cuestionó al Conacyt por entregar recursos crecientes a grandes empresas mientras a los investigadores se les reducía; nunca se quejó de los recortes presupuestales de los tres últimos años de la administración anterior; y tampoco se manifestó ante la falta de espacios para los jóvenes investigadores. Era común observar a Franco López como acompañante de Cabrero Mendoza en todo acto público en México y en el extranjero; asimismo, cada paso que daba el Foro era consultado previamente al Conacyt (como lo establecen sus estatutos), y lo único que pronunciaba el Foro sobre la administración del Consejo eran elogios.

Aunque a muchos investigadores se les olvida, la gestión anterior del Conacyt fue le peor para la ciencia básica en las últimas décadas, mientras se entregaron más de 35 mil millones de pesos a grandes empresas, la mayoría trasnacionales, para supuestos proyectos de desarrollo tecnológico e innovación, a fondo perdido y sin beneficio alguno para la sociedad.

Pues bien, en la jerarquía de la pésima administración del Conacyt del sexenio anterior, la persona con más responsabilidad después de Enrique Cabrero fue Julia Tagüeña Parga, exdirectora adjunta de Desarrollo Científico, quien era la encargada de ejecutar los apoyos a la ciencia básica (esos que llegaron muy reducidos y a menos proyectos) y quien, curiosamente, fue la única candidata para dirigir el Foro Consultivo.

Desde el Conacyt se impulsó a Tagüeña Parga al frente del Foro Consultivo, como parte de la estrategia para continuar obstaculizando las labores del nuevo gobierno. Meses antes la mesa directiva del Foro había modificado sus estatutos para que la elección del coordinador pasara del mes de julio al mes de diciembre, para empatar el proceso de sucesión con el cambio de gobierno.

La más elemental estrategia política indicaría que se debía informar, comunicar o simplemente enterar sobre dicha sucesión a las autoridades entrantes del Conacyt, que a la fecha se sabía que estaría encabezado por María Elena Álvarez-Buylla Roces, tal y como se hizo en todas las ocasiones anteriores, desde que se creó el Foro en 2002. Pero en esta ocasión a Franco se le “olvidó” el detalle.

Si bien es cierto que la directora de Conacyt no tiene voto en la mesa directiva del Foro Consultivo, José Franco y los demás miembros esta, entre ellos el rector de la UNAM, Enrique Graue; el director general del IPN, Mario Alberto Rodríguez; el Director General del Cinvestav, José Mustre, entre otros, sabían que la siguiente coordinadora del Foro debía trabajar de una manera muy cercana con la nueva directora general del Conacyt. Votar por la segunda de a bordo de la administración anterior del Conacyt implicaría, inevitablemente, riesgos de interlocución, por decir lo menos.

A ninguno de ellos se les ocurrió pensar en el riesgo que implicaba elegir a alguien que representaba la continuidad política del sexenio anterior al frente del Foro Consultivo. Se les “olvidó” la simple estrategia política, ya no digamos la corrección política. Pesaron más los intereses del sexenio anterior que la viabilidad institucional del Foro Consultivo, que depende financiera y administrativamente del Conacyt.

El pasado 28 de mayo, durante su comparecencia ante la Comisión de Ciencia y Tecnología del Senado de la República, la propia Álvarez-Buylla envió claramente el mensaje: “Desgraciadamente, no se nos consultó acerca del nombramiento de la coordinadora, sin embargo, no tenía yo alguna razón para impedirlo… Pero esto ha contribuido a mucho de la distorsión y manejo confuso de la información en los medios…”.

Algunos aducirán la supuesta “autonomía” del Foro y expresarán que el Conacyt nada tiene que hacer en el Foro, pero aquellos que lo digan se autoengañan o pretenden engañar a la sociedad. La mejor muestra la tuvimos durante 2014-2018.

De ahí el pleito entre el Conacyt y el Foro Consultivo: es una disputa entre la administración anterior y la nueva, y esta continuará hasta que se modifique la Ley de Ciencia y Tecnología, vigente desde 2002.

El próximo año, el Congreso promulgará una nueva ley de ciencia, siendo altamente probable que se elimine al Foro, pero quizá esta sea una oportunidad para que la comunidad científica mexicana se pronuncie y luche por obtener mecanismos de participación verdaderamente plurales, incluyentes, democráticos y funcionales, que impidan que se supedite a intereses políticos, particulares y personales, como ocurrió en el sexenio anterior.

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Sin embargo, hay que reconocer que el manejo jurídico, político y mediático de la actual administración del Conacyt ha sido menos que errática, pero ¿qué se podría esperar si tienen una astróloga al frente del área de comunicación y divulgación de la ciencia, y en la Unidad de Asuntos Jurídicos, a alguien que no conoce el sistema científico mexicano?

Por otro lado, sin dar a conocer prueba alguna, el Conacyt asegura que el Foro ha hecho mal manejo de los recursos económicos y tal parece que desconoce la naturaleza jurídica del Foro. Pésima medida ante la opinión pública.

Al Conacyt le urgen estrategias de acercamiento con la comunidad científica mexicana. Hay grandes científicos (en México y el extranjero) de calidad mundial que están dispuestos a colaborar y asesorar al gobierno en materia de ciencia, tecnología, salud, medio ambiente, agricultura, energía, educación e innovación, sin necesidad de recibir pago alguno, por simple interés en ayudar al país.

Columna publicada en MVS Noticias (mvsnoticias.com)

 
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