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domingo, abril 28, 2024
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¿Y la estrategia contra la pandemia?

Los mercados bursátiles serán los más afectados cuando sea declarada la llegada del coronavirus a México, con la consecuente devaluación del peso y la contracción económica. Quizá estas secuelas hagan recapacitar al gobierno de la 4T su actitud hacia el riesgo que representa la inminente pandemia de COVID-19. Sin querer ser alarmista, lo más probable es que SARS-CoV-2 ya se encuentre en tierras mexicanas.

Han pasado dos meses desde la alarma del gobierno chino y un mes desde la alerta internacional de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y nuestro gobierno continúa soslayando la gravedad del problema: no se ha preparado ningún plan o estrategia ya sea de prevención o de contención. Al menos no se ha informado nada al respecto desde el púlpito mañanero.

El gobierno estima que sus efectos podrían ser parecidos a los que causa la influenza cada año en el país, es decir, 5 mil infectados y 300 muertes, en promedio. Pero las estimaciones son inciertas. En todo caso, el efecto psicológico-social debería estar contemplado en los planes gubernamentales, ya que ese será uno de los factores inmediatos que tendrá que enfrentar.

Un aspecto clave es la información fidedigna basada en evidencias científicas que debe proporcionarse a la sociedad.

Ya he mencionado anteriormente que la capacidad científica mexicana en este caso es casi nula. Afortunadamente, la información brindada por científicos, médicos, gobiernos, revistas, centros de investigación, universidades y organismos internacionales es vasta, en su mayoría distribuida de manera gratuita. Aquí una recopilación de algunos de sus contenidos.

Secuenciación de genomas

Los científicos han realizado el análisis de 24 genomas completos del nuevo coronavirus y los han publicado en diversas plataformas que pueden consultarse gratuitamente. Gracias a este trabajo sabemos que la información genética del SARS-CoV-2 no tiene una gran variabilidad, lo cual facilita el desarrollo de las pruebas de diagnóstico para detectar genes específicos del virus que no son propensos a mutación.

Seis semanas después de anunciado el brote, el 31 de diciembre pasado, el virólogo Christian Drosten y su equipo del Centro Alemán de Investigación de Infecciones en Berlín, junto con la Universidad de Hong Kong, desarrollaron un ensayo que detecta con precisión el SARS-CoV-2 en secreciones de pacientes hospitalizados. Su método usa dos fracciones de las secuencias genéticas de genes que codifican la proteína de la envoltura del virus.

La empresa BGI Genomics, con sede en Shenzhen, China, desarrolló un kit de detección que ya fue distribuido bajo una autorización de emergencia del país asiático. Otras 12 empresas en Europa están desarrollando sus propias versiones comerciales de la prueba de PCR para detectar el coronavirus, y el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. ya tiene su propio kit de diagnóstico.

Síntomas y diagnóstico

Aunque el SARS-CoV-2 puede ser mortal, la mayoría de las personas infectadas hasta ahora solo tienen síntomas leves y se recuperan por completo. Su índice de letalidad es del 2% en China, similar al de la influenza A H1N1 en México. En otros países el índice de letalidad de COVID-19 es inferior al 0.4%.

Por lo general, las personas infectadas sufren fiebre, así como fatiga y tos seca. A diferencia del resfriado común, no hay gran cantidad de congestión ni flujos nasales; uno o dos días antes de presentar estos síntomas, algunas personas padecieron diarrea o náuseas.

Se han detectado muchos casos de portadores del virus que son asintomáticos y también se han documentado algunos superdispersadores; en promedio, sin medidas de contención efectivas, un enfermo contagia a dos o cinco personas y los superdispersadores a más de ocho.

El tiempo de incubación del virus, que coincide con el periodo de infección, es de entre 2 y 14 días en promedio, pero se han registrado casos de hasta 23 días.

Uno de los problemas comunes es que los pacientes llegan tarde al hospital, alrededor de siete días después de los primeros síntomas (tiempo en el que estuvieron dispersando el virus). En China esto se debió al uso de remedios caseros o la automedicación, que también son comunes en México.

La mayoría de los pacientes llegan al hospital cuando empiezan a manifestar problemas para respirar. El COVID-19 afecta principalmente el tracto respiratorio inferior (tráquea y pulmones). Los pacientes que ya tenían enfermedades preexistentes o están inmunosuprimidos son los que tienen más riesgo de muerte. En China muchos de los fallecidos ya estaban internados en los hospitales por padecimientos previos.

Hasta la noche de ayer, había 83 mil 300 personas infectadas y 2 mil 854 fallecimientos en China, así como 66 muertes en 51 países de seis continentes. De acuerdo con el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de China, luego del registro de 72 mil pacientes, la edad media de los enfermos es de 56 años, pero las personas mayores tienden a padecer la enfermedad con síntomas más graves. En mayores de 80 años la incidencia ha sido del 3%; entre 30-79 años, del 87%. Entre 20-29 años, del 8%; de 10 a 19 años, del 1%.

La incidencia en niños es escasa: en menores de 10 años la incidencia es del 1%, y sus síntomas suelen ser leves.

En el 81% de los casos el espectro de la enfermedad es leve; en el 14%, grave; y en el 5%, crítico. Los casos graves presentaron dificultad para respirar, baja saturación de oxígeno en la sangre y otros problemas pulmonares. Los casos críticos incluyeron insuficiencia respiratoria, shock séptico o disfunción de múltiples órganos.

Debido a que todavía no hay disponibilidad de los kits de diagnóstico, la confirmación de la infección se llevó a cabo a través del análisis de una muestra de los fluidos de la garganta con la técnica de reacción en cadena de polimerasa (PCR, por sus siglas en inglés) para identificar el material genético que revela si se está ante un virus desconocido (ácido nucleico viral). Con este método se ha detectado al 62% de los enfermos y al 1% de los casos asintomáticos.

Con base en síntomas clínicos y exposiciones (viajes a países con brotes, contactos con otros enfermos, etc.) se diagnosticó al 22% de los casos.

Otro método de detección es a través de una tomografía computarizada con la cual se escanea el tórax (en México hay muy pocos hospitales con este equipo funcional); es un equipo especial de rayos X que permite observar los pulmones de manera rápida, indolora, precisa y no invasiva. En muchos de los pacientes en China se han detectado manchas particulares en los pulmones, a las que los médicos han bautizado como “vidrio esmerilado”. Con este método se ha diagnosticado al 15% de los enfermos.

Un caso leve de infección por coronavirus podría ser prácticamente indistinguible del resfriado común o la gripe estacional; incluso hay personas que pueden infectarse pero no mostrar ningún síntoma y dispersar el virus. Podría ser tan ligero como un dolor de garganta.

Una cuarta parte de los enfermos ingresan a la Unidad de Cuidados Intensivos a causa del Síndrome Respiratorio que genera el nuevo coronavirus, por ello, científicamente se le ha clasificado como SARS-CoV-2. Los enfermos más graves padecen neumonía y uno o los dos pulmones se inflaman por líquido y pierden la capacidad de transportar oxígeno.

Para evitar la propagación, a los pacientes se les tiene que internar en cuartos aislados. Se les coloca un tubo torácico o toracostomía, que no es más que la inserción de un tubo delgado de plástico dentro del espacio entre las paredes del tórax y los pulmones, llamado pleural. Así se ayuda a extraer el exceso de fluido o de aire. Este procedimiento no es sencillo, se tiene que realizar bajo la guía de una tomografía o un ultrasonido.

Aún no se ha podido desarrollar una estimación precisa de la dinámica de transmisión de COVID-19, pero parece ser que la mayor parte de la transmisión ocurre entre contactos cercanos y en tiempos prolongados; el 64% de los grupos de infección documentados hasta ahora en China han estado dentro de los hogares.

Medicamentos

Debido a que hasta ahora no se cuenta con fármacos específicos para atacar al virus, la lucha contra COVID-19 se ha emprendido a través de varios tratamientos, uno de ellos es el uso de varios antivirales como el oseltamivir. También se han utilizado medicamentos antirretrovirales como los usados contra el VIH, e incluso se están empleando terapias de la medicina tradicional china.

Sin embargo, ya hay cuando menos seis empresas que están trabajando en el desarrollo de nuevos antivirales específicos contra SARS-CoV-2. Cuando estén listos, el gobierno mexicano los deberá adquirir a precios muy altos. También, hay cuando menos seis vacunas que se están desarrollando y se estima que tardarán unos 14 meses.

Ante el inminente anuncio de la pandemia y mientras esperamos que en otros países se desarrollen los medicamentos y vacunas, los principales efectos que enfrentaremos en México serán el miedo y el nerviosismo de la sociedad y los mercados. Quizá la paranoia. Lo más probable es que el gobierno intente implementar las medidas básicas tradicionales: aislamiento, cuarentena, distanciamiento social y contención comunitaria, pero esto se hará de forma errática, caótica y sin estrategia.

Algunos expertos consideran que el COVID-19 se convertirá en una enfermedad endémica, que será recurrente y estacional como la influenza o gripe; la gente aprendería a vivir con ella y, a veces, contraería enfermedades por ella, pero lo más probable es que el virus también pierda parte de su peligrosidad con el paso del tiempo.

Lo que preocupa es la falta de estrategia del gobierno mexicano: no se ha emprendido ninguna medida de prevención y tampoco se ha hecho nada para fortalecer las debilitadas capacidades hospitalarias. Lo que queda es esperar que la incidencia sea reducida y que muy pocas personas pierdan la vida por el nuevo virus.

Quizá me equivoco y lo que realmente estamos viendo es que el gobierno mexicano está implementando contra el coronavirus la misma estrategia que ha aplicado contra el crimen organizado y los feminicidios que cada año dejan decenas de miles de muertos. Al fin y al cabo “¿que son 300 muertos por coronavirus?”, dirán.

Columna publicada en MVS Noticias (mvsnoticias.com)

 
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