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lunes, mayo 20, 2024
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Peligra descentralización de la ciencia mexicana

Desde la década de los 80 la descentralización ha sido uno de los anhelos de las diversas políticas públicas y programas gubernamentales en los diversos ámbitos en México, al menos en los discursos.

La descentralización representa un amplio abanico de beneficios, por ejemplo, contribuye a la consolidación democrática y al desarrollo económico de las regiones; amplía los derechos y las libertades de la sociedad; potencia los mecanismos de rendición de cuentas; fortalece la pluralidad, la representatividad territorial y la participación ciudadana; permite mejores mecanismos administrativos; y evita los grandes aparatos burocráticos centralizados (al menos en teoría).

Desde finales del siglo XX, en el campo de la ciencia se inició una serie de acciones y políticas que han buscado impulsar la descentralización de la ciencia en el país.

Este esfuerzo ha implicado la participación de los científicos, universidades, centros de investigación, legisladores y funcionarios tanto locales como de federales para impulsar el surgimiento de políticas científicas en cada entidad. Así, se crearon los Consejos Estatales o Secretarías de Ciencia en los estados, con los que se conformó la REDNACECYT, que los aglutina; se promulgaron leyes locales de ciencia, y se conformaron comisiones de ciencia en los congresos locales. Es decir, se construyó un entramado institucional, legal, político y presupuestal.

Por su parte, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) impulsó dos programas: los Fondos Mixtos (Fomix) mediante los cuales el gobierno de cada estado y el gobierno federal aportan recursos en una proporción de (40%-60%) para apoyar proyectos de investigación y fortalecer infraestructura. También se creó el Fondo Institucional de Fomento Regional para el Desarrollo Científico Tecnológico y de Innovación (Fordecyt), para proyectos de investigación, desarrollo tecnológico y de comunicación de la ciencia en cada entidad, pero fiscalizado y financiado desde la institución federal.

Esto tomó 20 años y el esfuerzo no fue sencillo. A los gobiernos locales les ha costado trabajo incorporar la ciencia como parte de sus políticas; los recursos siguen siendo reducidos; con frecuencia la administración ha estado lejos de ser eficiente y eficaz; y en algunos casos, la corrupción los ha ensombrecido.

A pesar de ello, se ha logrado implicar a los gobiernos locales en el financiamiento de la ciencia, por ejemplo, en el periodo 2001-2012 los Fomix recibieron recursos por 7 mil 688 millones de pesos; de ellos, 3 mil 322 millones (43%), provinieron de los gobiernos estatales y 4 mil 367 millones (57%), del gobierno federal.

Estos programas distan mucho de ser perfectos, pero el objetivo es lo fundamental: fortalecer la descentralización de la ciencia en el país.

Convencido de la importancia de ello, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, prometió trasladar al Conacyt a la ciudad de La Paz, Baja California Sur. Pero la descentralización no llegará al Consejo, no sólo porque permanecerá en la Ciudad de México, sino porque ahora los Fomix y el Fordecyt desaparecerán.

A dos meses de asumir el cargo, María Elena Álvaez-Buylla Roces, directora general del Conacyt, informó en maratónica conferencia de prensa llevada a cabo esta semana, que dichos programas desaparecerán, de hecho ya ha enviado oficios a los gobernadores comunicándoles dicha decisión unilateral. Seguramente, algunos gobernadores morenistas lo aceptarán, pero otros quizá se opongan y busquen mecanismos para evitar la medida.

En cambio, la funcionaria informó que para el caso de los fondos Sectoriales, que se nutren de aportaciones de las secretarías de Estado como educación, salud, energía, etc., y del Conacyt, se fortalecerán.

Lo preocupante es el claro tinte político. Mientras que los fondos establecidos con gobernadores, que pertenecen a distintos partidos políticos, desaparecen sin análisis ni consulta de por medio, los establecidos con las secretarías dirigidas por funcionarios que comulgan o pertenecen a Morena no sólo se mantienen sino que se “consolidarán”.

Este será un fuerte golpe a la descentralización de la ciencia en México cuyo efecto se prolongará durante varios años. Estamos ante el fortalecimiento de la centralización partidista de la ciencia, porque a esto hay que agregar que desde el Consejo se buscará fiscalizar y “articular” la totalidad de los recursos que se ejercerán en ciencia este año y que ascienden a 91 mil millones de pesos, incluidos los 19 mil millones del Consejo (descontando lo correspondiente a los centros de investigación).

El objetivo, a decir de la titular del Consejo, es alinear esos recursos a los programas del nuevo gobierno entre ellos un programa que cambiará de nombre a “Ciencia de Frontera” y que sustituirá al fallido programa de “Ciencia Básica”; también se creará, otra vez, un programa de Proyectos Nacionales Estratégicos (Pronaces) que buscará contribuir a la solución de los problemas del país y algunos retos estratégicos como el manejo del agua, la violencia, el racismo, etc.

La próxima semana se reunirá con los presidentes de las academias de Ciencias, Medicina e Ingeniería, algo urgente porque los apoyos para las asociaciones científicas van a desaparecer. Si dichos organismos quieren contar con recursos deberán mantenerse “con las aportaciones de sus agremiados” afirmó Álvarez-Buylla, pero podrán participar en las diversas convocatorias del Conacyt. Evidentemente, hay un profundo desconocimiento sobre la importancia e impacto de organismos como la Academia Mexicana de Ciencias.

Este será un año complicado para la ciencia mexicana y de todo ello informaré en este espacio.

El hauchicol afecta a la ciencia mexicana

Dos de los proyectos más ambiciosos de la ciencia mexicana en lo que va del siglo XXI, son afectados por la violencia de los grupos de narcotraficantes y huachicoleros.

El Gran Telescopio Milimétrico y el Observatorio de rayos gamma HAWC que son administrados por el Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica han disminuido sus actividades debido a la inseguridad. Ambos observatorios se ubican en el volcán Sierra Negra en los límites del estado de Puebla y Veracruz, en la zona llamada “triángulo rojo”.

Los funcionarios del Instituto ya han informado a las autoridades “competentes” que los grupos de delincuentes han asaltado a trabajadores, investigadores y han robado bienes de la institución.

Estos proyectos han implicado la inversión de miles de millones de pesos y el trabajo de científicos mexicanos y extranjeros a lo largo de varios años. En ambos participan decenas de científicos de varios países y existe un fuerte y constante intercambio de investigadores y estudiantes, todos ellos se encuentran en riesgo.

 
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