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El perro mapache podría estar vinculado con el origen de la pandemia

Desde hace más de tres años existen dos grandes líneas de investigación sobre el origen de la pandemia de COVID-19 que han sido analizados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la comunidad científica internacional y los aparatos de inteligencia de varios países: la primera, que el virus del SARS-CoV-2 “saltó” de animales silvestres al ser humano (zoonosis); y la segunda, que el patógeno se liberó accidentalmente desde un laboratorio científico en Wuhan.

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Sobre estas principales líneas el Grupo de Asesoramiento Científico sobre el Origen de Nuevos Patógenos (SAGO, por sus siglas en inglés) de la OMS ha planteado cuatro hipótesis: 1) la transmisión zoonótica natural y directa (desde el murciélago); 2) la transmisión zoonótica a través de un animal intermediario; 3) por comida china congelada y contaminada; 4) por medio una liberación accidental desde un laboratorio científico chino.

Aunque la liberación intencional está descartada, al inicio del cuarto año de la pandemia, ni la comunidad científica internacional ni la OMS saben a ciencia cierta cuándo y cómo se originó el coronavirus, que ya ha causado la muerte de más de 6 millones 900 mil personas en todo el planeta, de acuerdo con cifras oficiales.

Sin embargo, un nuevo estudio publicado la semana pasada señala que probablemente el perro mapache podría estar relacionado con el origen de la pandemia desde el mercado mayoritario de mariscos de Huanan, conocido como mercado “húmedo”, en la ciudad de Wuhan, provincia de Hubei, China, el epicentro de la pandemia.

La investigación realizada por un equipo de científicos de Australia, Canadá, Estados Unidos, Francia y Reino Unido, encabezados por Florence Débarre, del Centro Nacional para la Investigación Científica de Francia (CNRS, por sus siglas en francés), se basó en información metagenómica publicada por un grupo de investigadores del Centro Chino de Control y Prevención de Enfermedades (el CDC chino), encabezados por George Gao, que recopiló muestras en el mercado de mariscos de Huanan.

Armados de hisopos, contenedores estériles y trajes de alta bioseguridad, los científicos del CDC recolectaron mil 380 muestras del medio ambiente (puestos, jaulas, alcantarillado) y de animales dentro del mercado a principios del brote de coronavirus, entre el 1 de enero y el 2 de marzo de 2020.

Aunque la liberación intencional está descartada, al inicio del cuarto año de la pandemia, ni la comunidad científica internacional ni la OMS saben a ciencia cierta cuándo y cómo se originó el coronavirus.

Los científicos se percataron de la coexistencia del virus del SARS-CoV-2 con el ARN/ADN de animales susceptibles en las mismas muestras recopiladas de esa sección específica del mercado de Huanan, particularmente del perro mapache (Nyctereutes procyonoides). Imagen tomada de: Zoológico Higashiyama.

De las 923 muestras ambientales 73 dieron positivo para la prueba de PCR específico del SARS-CoV-2, es decir, se confirmó la presencia del coronavirus en varios puestos y en el sistemas de alcantarillado del mercado y sus alrededores; además, se tomaron 457 pruebas en animales no humanos, de su carne congelada y otros productos (pezuñas, garras, púas, piel, etcétera).

El material genético recopilado en los hisopos fue reservado por las autoridades sanitarias chinas durante tres años, sin embargo, a principios de marzo de 2023 parte de la información fue subida por investigadores chinos al banco genético GISAID –una iniciativa de ciencia global que proporciona acceso abierto a datos genómicos sobre el coronavirus (https://gisaid.org/)–, pero pocos días después fue ocultada.

En las pocas horas que estuvieron disponibles a través de internet, Florence Débarre, bióloga evolucionista del CNRS –uno de los centros científicos más importantes de Francia– pudo acceder y bajar los datos que subieron sus colegas chinos al GISAID.

Dado que el origen del SARS-CoV-2 es todavía un misterio, se ha convertido en un tema de intenso debate e interés internacional, que puede ser clave para prevenir futuras pandemias.

De hecho, a finales de febrero de 2023 la Oficina de Inteligencia y Contrainteligencia del Departamento de Energía de EE. UU. publicó información no confirmada de que el coronavirus pudo haberse diseminado accidentalmente desde un laboratorio del Instituto de Virología de Wuhan. Esta es la segunda entidad de inteligencia del gobierno estadounidense, después del FBI, que respalda la “hipótesis de la fuga de laboratorio”, una opinión minoritaria, hasta ahora.

El Instituto de Virología de Wuhan. Una de las hipótesis sostiene que de un laboratorio de este instituto, ubicado muy cerca del mercado de Huanan, pudo fugarse accidentalmente el coronavirus del SARS-CoV-2. Imagen tomada de: Science.

Zoonosis y genética

Consultada por la revista Science, Forence Débarre dijo que mientras realizaba otra investigación sobre GISAID a principios de marzo, se encontró “al azar” con los datos de las secuencias obtenidas por el equipo del CDC chino y le tomó 5 días reconocer su trascendencia y extensión.

El equipo de científicos encabezado por Débarre analizó la información y le envió sus resultados a la OMS el 11 de marzo; una pequeña parte fue revelada el pasado 16 de marzo por la revista The Atlantic. El viernes 17, el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, dijo que la organización se enteró por primera vez de estas secuencias genéticas el domingo 12 de marzo. Débarre buscó al director del equipo de científicos del CDC chino, George Gao, para compartir resultados, pero no obtuvo respuesta.

“Tan pronto como nos enteramos de estos datos, nos comunicamos con los CDC chinos y les instamos a compartirlos con la OMS y la comunidad científica internacional para que puedan analizarse”, dijo Ghebreyesus en conferencia.

Por su parte, el grupo de 26 científicos de 26 nacionalidades, que integran SAGO, entre ellos María Guzmán, directora del Centro de Investigación, Diagnóstico y Referencia del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kouri, de Cuba, instó al gobierno chino y a todos los científicos del planeta que cuenten con datos metagenómicos y de secuenciación genética disponibles sobre el origen de la COVID-19 a que los compartan lo antes posible a la comunidad científica internacional.

Cuatro días después, el 20 de marzo, Débarre y su equipo hicieron público el artículo que ya se encuentra bajo revisión para su publicación por una editorial científica (DOI 10.5281/zenodo.7754298).

La identificación más clara y abundante fue del ADN mitocondrial de perros mapache, pero también se localizaron datos genéticos de civetas, ardillas, marmotas, comadrejas, visones, erizos, puercoespines de Malasia, ratas de bambú, entre otros, pero no hubo rastro alguno de murciélago y tampoco de pangolín.

El planeta ya ha iniciado el cuarto año de la pandemia por el coronavirus.

“Realizamos el análisis independiente de estos datos e identificamos material genético de una variedad de especies de vida silvestre en las muestras secuenciadas”, señalan los investigadores en el artículo. “Encontramos que el ARN y/o las lecturas de secuencias de ADN de animales susceptibles tienen una presencia más alta en los puestos de la esquina suroeste del mercado, donde se vendían estas especies”.

Los científicos se percataron de la coexistencia del virus del SARS-CoV-2 con el ARN/ADN de animales susceptibles en las mismas muestras recopiladas de esa sección específica del mercado de Huanan, incluso, con mayor abundancia que el material genético humano, particularmente del perro mapache común (Nyctereutes procyonoides). Esto indica que este animal “podría ser el conducto más probable para la aparición de SARS-CoV-2 a fines de 2019”.

De acuerdo con la investigación, durante los primeros días del brote convivieron humanos y 38 especies de animales silvestres –entre ellos 18 mamíferos– con el SARS-CoV-2. Algunos de estos mamíferos son altamente susceptibles al contagio y a la transmisión del coronavirus tanto a otros animales como al ser humano.

La identificación más clara y abundante fue del ADN mitocondrial de perros mapache, pero también se localizaron datos genéticos de civetas, ardillas, marmotas, comadrejas, visones, erizos, puercoespines de Malasia, ratas de bambú, entre otros, pero no hubo rastro alguno de murciélago y tampoco de pangolín.

“Notablemente, estas muestras procedían de puestos que se sabe que vendían mamíferos silvestres vivos, en la sección del mercado con la mayor densidad de muestras positivas de SARS-CoV-2 notificadas”, indican los científicos.

El perro mapache es una especie de cánido emparentado con los zorros; aunque su cara es muy parecida a la de los mapaches, es una especie distinta. Es originaria del sudeste asiático y es un animal silvestre muy comercializado de manera ilegal en los llamados mercados “húmedos” de toda China.

Animales en venta en el mercado de mariscos de Huanan, pueden observarse: (a)serpiente rata rey (Elaphe carinata); b) Rata de bambú china (Rhizomys sinensis); c) erizo de Amur (Erinaceus amurensis); d) Perro mapache (Nyctereutes procyonoides); e) Marmota (Marmota himalayana) (debajo de las marmotas hay una jaula que contiene erizos); y f) tejón de cerdo (Arctonyx albogularis). Imagen tomada de: Scientific Reports, doi.org/10.1038/s41598-021-91470-2.

“Estos datos podrían y deberían haberse compartido hace tres años. Seguimos pidiendo a China que sea transparente en el intercambio de datos y que realice las investigaciones necesarias y comparta los resultados”:

Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la OMS

Comercio de animales silvestres

Debido a milenarias tradiciones gastronómicas y medicinales, en estos establecimientos suelen venderse diversas especies de animales silvestres, tanto vivos como muertos, para el consumo humano. Sin embargo, el gobierno chino negó sistemáticamente la presencia de mamíferos silvestres vivos en el mercado de Huanan durante el inicio de la pandemia.

A pesar de ello, prohibió temporalmente todo el comercio de vida silvestre desde el 26 de enero de 2020, y el 24 de febrero de 2020 prohibió permanentemente comer y comerciar con animales salvajes terrestres (que no sean ganado) como alimentos.

En una investigación publicada en junio de 2021 en la revista Scientific Reports del grupo Springer Nature (https://doi.org/10.1038/s41598-021-91470-2), se demostró que en Huanan se vendían 38 especies de animales salvajes, entre ellas 18 mamíferos, desde dos años antes de la pandemia.

“Aquí documentamos 47 mil 381 individuos de 38 especies, incluyendo 31 especies protegidas, vendidas entre mayo de 2017 y noviembre de 2019 en los mercados de Wuhan”, señala el equipo de científicos de Canadá, China y Reino Unido, encabezados por Zhao‑Min Zhou, investigador del Laboratorio Clave de Conservación de los Recursos de Vida Silvestre del Suroeste de China.

“Los animales salvajes a la venta en Wuhan sufrían maltrato y malas condiciones higiénicas, y detectamos una variedad de otras infecciones zoonóticas que potencialmente pueden transmitir enfermedades”, asentaron los científicos en ese artículo.

A más de tres años de distancia de estos sucesos, la OMS ha registrado más de 6 millones 882 mil fallecimientos por COVID-19, pero el mismo Organismo multilateral reconoció que las cifras más realistas sobre el impacto de la pandemia deben multiplicarse por tres los datos oficiales.

Ejemplo de ello es que entre el 1 de enero de 2020 y el 31 de diciembre de 2021 el exceso de mortalidad fue de aproximadamente 15 millones, el triple de cifras registradas en ese momento, por la OMS (https://www.who.int/data/stories/global-excess-deaths-associated-with-covid-19-january-2020-december-2021).

El investigador Edward Holmes, colaborador de Florence Débarre y coautor del estudio, visitó el mercado mayorista de mariscos de Huanan en 2014 y tomó esta foto de un perro mapache en venta. Imagen cortesía de: Edward Holmes.

Compartir información

Aunque el nuevo estudio no confirma si los animales ya estaban infectados con el virus al llegar al mercado y lo transmitieron al humano, o bien, se contagiaron en el mercado por su contacto con los humanos, estos hallazgos fortalecen la hipótesis de que la pandemia tuvo un origen animal.

Florence Débarre señala que es prácticamente imposible “observar el momento exacto de la transmisión y contagio de un patógeno pandémico entre un animal y un ser humano”, pero los hallazgos contribuyen a la gran cantidad de evidencia que respalda un origen natural del SARS-CoV-2.

Esta investigación corrobora la hipótesis del animal intermediario para el origen del coronavirus y se suma al cuerpo de evidencias que identifican al mercado de Huanan como el epicentro de la pandemia de COVID-19. “Los datos acumulados desde el inicio de la pandemia apuntan con claridad hacia un origen zoonótico del SARS-CoV-2”, dice Débarre.

Para la OMS y para muchos científicos estos datos no brindan una respuesta definitiva a la pregunta de cómo comenzó la pandemia, pero cada dato es importante para acercarse a esa respuesta.

“Estos datos podrían y deberían haberse compartido hace tres años”, dijo Ghebreyesus. “Seguimos pidiendo a China que sea transparente en el intercambio de datos y que realice las investigaciones necesarias y comparta los resultados”.

Lo que sí prueban las secuencias reveladas es que China tiene más información que podría relacionarse con los orígenes de la pandemia que aún no ha compartido con el resto del mundo.

Perros mapache nacidos en el Zoológico de Chapultepec, en la Ciudad de México. Imagen cortesía de: Xinhua.

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