Con bombo y platillo desde el Palacio Nacional, con el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y varios secretarios de Estado como acompañantes y teniendo como testigos a prácticamente todos los medios de comunicación mexicanos, la directora general del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), María Elena Álvarez-Buylla Roces, presentó lo que llamó “vacuna mexicana” contra la COVID-19 y que desde meses antes el propio presidente bautizó como “Patria”.
Thank you for reading this post, don't forget to subscribe!Frente a “todo el pueblo de México” la funcionaria dijo que se trataba de un desarrollo vacunal mexicano: “Estos desarrollos propios son la base para poder recuperar la soberanía en este aspecto tan estratégico que es la producción de vacunales y el cuidado de la salud, siempre con una perspectiva de beneficio público por encima de todo…”, dijo visiblemente emocionada Álvarez-Buylla (si le interesa, puede ver el video en el minuto 41 segundo 46 https://www.youtube.com/watch?v=P1VQ1ON1bGU). Sin embargo, quizá por la misma emoción, omitió decir que en realidad se trata de un desarrollo científico y tecnológico ya patentado por investigadores de la Escuela de Medicina Icahn en Mount Sinai, Nueva York, y de la Universidad de Texas en Austin.
Una parte importante del desarrollo original fue protegido con la patente número US 20090280144A1 por la Oficina de Patentes y Marcas Registradas del gobierno de Estados Unidos, denominada Vacunas y sistemas de expresión de ARN del virus de la enfermedad de Newcastle recombinante, que data de 2009 (https://patents.google.com/patent/US20090280144A1/en). Los inventores son el investigador español Adolfo García Sastre y el austriaco Peter Palese, ambos de Mount Sinai.
Como una continuación de este avance aplicado a la COVID-19 se encuentra el desarrollo titulado Virus recombinante de la enfermedad de Newcastle expresión de la proteína pico del SARS-CoV-2 y usos de la misma, en proceso de registro de patente con el número 63/057,267, en la que aparecen como inventores García Sastre y Palese, junto con el investigador austriaco Florian Krammer y la estadounidense Weina Sun.
El desarrollo científico y tecnológico ya estaba hecho: “Esta invención se refiere a virus y vectores virales de la enfermedad de Newcastle modificados genéticamente que expresan genes heterólogos o genes virales de la enfermedad de Newcastle mutados o una combinación de genes virales derivados de diferentes cepas del virus de la enfermedad de Newcastle”, dice el resumen de la patente de 2009.
Con esta invención los científicos pueden construir vacunas usando como molde el ARN del virus de la enfermedad de Newcastle modificada genéticamente para producir diversas proteínas que se expresan en células de un huésped, ya sea animal o humano. Además, se usa como vector para transportar y transcribir la secuencia de cualquier gen viral, como la de pico o espiga del SARS-CoV-2, y llevarlas al interior de las células humanas.
Esto se probó en un artículo publicado el 21 de noviembre en la revista EBioMedicine, del grupo Elsevier (https://www.thelancet.com/action/showPdf?pii=S2352-3964%2820%2930508-9) titulado Virus de la enfermedad de Newcastle (NDV) que expresa la proteína de pico de SARS-CoV-2 como candidato a vacuna de virus vivo, y que fue publicado por el grupo de científicos de Mount Sinai, encabezados por Peter Palese.
los científicos pueden construir vacunas usando como molde el ARN del virus de la enfermedad de Newcastle modificada genéticamente para producir diversas proteínas que se expresan en células de un huésped, ya sea animal o humano. Además, se usa como vector para transportar y transcribir la secuencia de cualquier gen viral, como la de pico o espiga del SARS-CoV-2.
Otro de los hallazgos fundamentales de “Patria” fue llevado a cabo por un equipo de científicos de la Universidad de Texas en Austin, encabezados por Jason S. McLellan, del Departamento de Biociencias Moleculares. Este equipo estabilizó la proteína de pico S del SARS-CoV-2, la que forma las protuberancias, espinas o picos de la membrana externa del coronavirus y que visto al microscopio le da la apariencia de llevar corona.
Esta proteína es usada por el coronavirus para penetrar las células e invadirlas ocasionando el síndrome respiratorio agudo severo, pero también es una proteína que cambia constantemente. De hecho, todas las variantes conocidas hasta ahora del SARS-CoV-2 han generado pequeños cambios en esa proteína que los hacen más virulentos y más resistentes al sistema inmune humano.
Los investigadores de Texas modificaron una estructura de la proteína de pico llamada HexaPro con seis aminoácidos llamados prolinas, que le dan una gran estabilidad y que le permite entrenar al sistema inmunológico humano para reconocer y combatir al coronavirus y muchas de sus variantes. Una de las ventajas de esta versión de la proteína es que se puede almacenar entre 2 y 8 grados Celsius y su producción es mucho más barata y sencilla que otras vacunas anti COVID-19.
El artículo científico sobre esta proteína de pico modificada, HexaPro, fue publicado en la revista Science el 18 de septiembre de 2020 (https://science.sciencemag.org/content/369/6510/1501). Al observar el enorme potencial de esta proteína, los investigadores de Mount Sinai agregaron la HexaPro a su potencial vacuna que ya había sido probada en algunos roedores.
Centros de investigación “neoliberales”
La Escuela de Medicina Icahn en Mount Sinai de Nueva York es un centro de investigación y enseñanza en el campo de la biomedicina de excelencia que se encuentra a la cabeza a nivel mundial en una gran cantidad de disciplinas y en todos los pasos del espectro de la investigación-tecnología-innovación-negocios.
En su equipo de científicos participan y han participado varios premios Nobel y cuenta con un sistema de innovación y desarrollo tecnológico de gran impacto que le permite no solo patentar infinidad de productos biomédicos, sino también licenciar, crear empresas de base tecnológica y establecer alianzas con empresas y gobiernos de todo el planeta, que cada año les deja beneficios de varios miles de millones de dólares. Es clave en el impulso de nuevas compañías, innovadores y, sobre todo, en el fomento del espíritu empresarial en las ciencias de la vida en la ciudad de Nueva York.
De igual forma, la Universidad de Texas es una de las más grandes de Estados Unidos y el impulso a la formación de empresas de base tecnológica y el desarrollo del espíritu empresarial en la innovación forma parte de sus principios y sus actividades más redituables. De hecho, la HexaPro ya se está incorporando a prácticamente todas las vacunas que utilizan como antígeno la proteína de pico del coronavirus.
Las instituciones originarias del desarrollo y la patente de la “vacuna mexicana” son un claro ejemplo de lo que Álvarez-Buylla descalifica como “instituciones científicas neoliberales”, en las que predomina lo que llama “el pensamiento científico racionalista, hegemónico y colonizador”.
Durante la presentación de la vacuna, la directora del Conacyt exhibió un video elaborado por el Conacyt donde se exponen declaraciones de funcionarios, empresarios e investigadores, entre ellos, de Bernardo Lozano Dubernard, director general del Laboratorio Avimex, una empresa productora de medicamentos veterinarios.
Ahí el empresario dijo que desde hace un año “aterrizamos la idea de producir una vacuna contra el COVID-19”, pero nunca afirmó que el desarrollo, la idea o la patente sea de ellos o de los mexicanos, porque no lo es.
No hay que olvidar que hace más de 9 meses la empresa farmacéutica AstraZeneca, el gobierno mexicano y el empresario Carlos Slim también anunciaron con bombo y platillo que se produciría en México (en realidad solo se maquilará una parte) la vacuna anti COVID-19 desarrollada por la Universidad de Oxford. Se afirmó, en otra conferencia mañanera, que para inicios de 2021 se contaría con centenas de millones de dosis. Hasta ahora no se ha producido ni una sola microgota.
Las instituciones originarias del desarrollo y la patente de la “vacuna mexicana” son un claro ejemplo de lo que Álvarez-Buylla descalifica como “instituciones científicas neoliberales”, en las que predomina lo que llama “el pensamiento científico racionalista, hegemónico y colonizador”.
Ciento cincuenta millones y falta de transparencia
Durante la presentación de Patria, la directora del Conacyt dio a conocer que para la potencial vacuna se han usado 150 millones de pesos de todos los mexicanos, aunque no se informó cómo se han ejercido dichos recursos. Es probable que una parte de ellos se hayan utilizado para financiar la investigación de los científicos de Mount Sinai o quizá para comprar la licencia de la patente.
Si usted quiere saber cómo se han ejercido estos recursos o desea tener información científica sobre los primeros pasos y los avances de la potencial vacuna, no encontrará información al respecto ni en Conacyt, ni en la Secretaría de Salud y tampoco en la página web de la empresa Avimex. Hay una absoluta falta de transparencia.
A nivel internacional tanto los organismos internacionales, los gobiernos, las empresas farmacéuticas, los centros de investigación, las universidades y las publicaciones científicas establecieron acuerdos para ofrecer información sobre los desarrollos de vacunas y medicamentos contra la COVID-19 de todo el mundo de forma pública, transparente y gratuita a toda persona interesada. Sin embargo, esto no ha ocurrido con la supuesta potencial vacuna mexicana.
Consultados para obtener información científica y para saber el verdadero alcance de la participación de la farmacéutica veterinaria Avimex, se solicitó una entrevista a la empresa, pero esta fue rechazada. A pesar de que la sociedad mexicana ya ha invertido una gran suma de dinero para tal fin, no se le brinda ninguna información sobre la potencial vacuna en la página web de la empresa (https://www.avimex.com.mx/).
Sobre otras vacunas anti COVID-19 existentes y en desarrollo como las de Moderna, BioNTech, AstraZeneca e incluso Sputnik V, se puede encontrar información científica y material divulgativo de cada uno de los avances que se han obteniendo paso a paso en las investigaciones preclínicas y ensayos clínicos.
En cambio, sobre la potencial vacuna mexicana simplemente no hay información disponible salvo el video de la conferencia y la versión estenográfica de la presentación en Palacio Nacional. Por tanto, es imposible saber cuál es el papel de México en el desarrollo de “Patria”, pero obviamente no en la idea original, tampoco en la investigación científica, ni en el desarrollo tecnológico; probablemente solo se trate de una simple “licencia” para producirla y comercializarla.
Otra de las cosas que se anunciaron fue que la potencial vacuna iniciará su Fase 1 de ensayo clínico con decenas de humanos en abril y que para noviembre o diciembre de 2021, se tendría su aprobación de emergencia. Pero no hay información científica disponible.
La Organización Mundial de la Salud realiza el seguimiento de todas las vacunas y medicamentos contra la COVID-19 que se están desarrollando en todo el mundo y elabora un reporte que actualiza cada dos semanas llamado Landscape of candidate vaccines in clinical development (Panorama de las candidatas a vacunas en el desarrollo clínico). El más reciente, del 16 de abril de 2021 (https://www.who.int/publications/m/item/draft-landscape-of-covid-19-candidate-vaccines), no existe registro alguno de ninguna vacuna mexicana ni en etapa preclínica y mucho menos clínica.
Lo que sí hay es el registro de otras vacunas que utilizan el mismo desarrollo científico y tecnológico de la Escuela de Medicina Icahn en Mount Sinai de Nueva York y la Universidad de Texas. Una de ellas del Instituto de Vacunas y Médico Biológicas de Vietnam llamada COVIVAC, Virus de la enfermedad de Newcastle (NDV) que expresa proteína SRA-CoV-2 S trimérica estabilizada previa a la fusión de anclado a la membrana +/- adyuvante CpG 1018.
Esta vacuna inició en marzo su Fase1-2 de ensayo clínico en humanos, con 300 adultos entre 18 y 75 años, bajo el auspicio de la Universidad Médica de Hanoi.
También la OMS ha registrado otra vacuna con este mismo principio, pero en etapa preclínica. Es una vacuna de virus inactivado titulada Virus de la enfermedad de Newcastle (NDV) quimérico completo, inactivado y a base de huevo que expresa la proteína SRAS-CoV-2 S trimérica estabilizada previa a la fusión anclada a la membrana (Hexapro) + CpG 1018, de la Organización Farmacéutica Gubernamental de Tailandia.
Cómo actúa la vacuna de Mount Sinai-Universidad de Texas
Para que una vacuna sea avalada debe pasar las pruebas preclínicas y ensayos clínicos de Fase 1, 2 y 3 y los resultados deben publicarse en revista científicas internacionales que cuenten con comités de evaluación de pares como, por ejemplo, las revistas Science, o las del grupo Nature Springer, PNAS, The New England Journal of Medicine, JAMA, The Lancet–Elsevier, entre muchas otras.
A través del artículo científico, los expertos del mismo campo de estudio de cualquier parte del mundo pueden saber si el trabajo cumple con requisitos mínimos de calidad durante todo su desarrollo y si los resultados son coherentes y replicables. Este es el mecanismo más usual a través del cual se avala o no un trabajo científico y sus resultados. Cuando se publica en una revista internacional especializada, la sociedad puede tener la certeza de que se trata de una investigación fidedigna y científicamente comprobada.
Asimismo, las empresas farmacéuticas que desarrollan o producen fármacos tienen que brindar información a nivel de divulgación científica, para todo público y también información científica especializada de sus productos. En el caso de “Patria” esta información no existe.
De acuerdo con la OMS, hasta el 16 de abril había 184 vacunas en experimentación preclínica en el mundo y 88 en fases de ensayo clínico. De estos, 22 en Fase 3 de experimentación humana. De todas hay información científica disponible excepto de “Patria”.
Todas las vacunas tienen como objetivo exponer al cuerpo humano a ciertos componentes del virus (antígenos) que no causan la enfermedad, pero generan una respuesta del sistema inmunitario del organismo que lo reconoce y produce anticuerpos contra él. De esta manera, cuando el organismo humano se expone al virus real, las células inmunitarias de la persona vacunada están preparadas para combatirlo y prevenir la infección.
La vacuna NDV-HXP-S se puede producir sin necesidad de tecnologías tan avanzadas y a través de métodos tradicionales, desarrollados desde hace décadas, utilizando huevos de gallina como medios de cultivo, esto la hace mucho más barata.
El virus Newcastle que afecta a las aves es inocuo e inofensivo para los seres humanos, por ello, su uso lo hace ideal para transportar el antígeno, en este caso la proteína espiga modificada HexaPro.
Avimex es una empresa que hace 15 año produce y comercializa vacunas de uso veterinario para aves, cerdos y vacas, entre otros, pero por primera vez producirá una vacuna de uso humano contra COVID-19, con el desarrollo y la tecnología de las instituciones estadounidenses. Llevará a cabo ensayos clínicos tanto vía intramuscular como en aerosol intranasal.
A través del organismo internacional PATH, que reúne a innovadores en el campo de la salud sin fines de lucro, se está llevando la tecnología de la vacuna NDV-HXP-S a diversos países como Vietnam, Tailandia, Brasil y México. Aquí se llamará “Patria”, pero no es mexicana. Quizá se tendría que cambiar de nombre.
Dada la emergencia sanitaria mundial por la pandemia de COVID-19 es un hecho loable que se produzcan vacunas en México, pero lo que no se debe hacer es intentar engañar a la sociedad como lo ha intentado hacer María Elena Álvarez-Buylla. Le mintió al presidente y al pueblo de México. Es necesario tener ética en el ejercicio público de funciones y honestidad intelectual para reconocer las ideas y desarrollos de los otros.
El avance científico y el desarrollo tecnológico no son de investigadores mexicanos, tampoco de la empresa farmacéutica de productos veterinarios y mucho menos de funcionarios de la 4T: es de grupos de científicos de dos instituciones extranjeras que invierten en el desarrollo científico y tecnológico. Además con “Patria” tampoco se ganará soberanía, por el contrario, se reafirma la dependencia científica y tecnológica de nuestro país.