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¿Hacia dónde va la nueva era espacial?

Sin duda alguna, de los grandes multimillonarios que han creado sus compañías espaciales Elon Musk es quien lleva la delantera en muchos sentidos con su empresa SpaceX. Si le hubiera interesado, desde hace cuando menos nueve años podría haber viajado al espacio y vacacionado en la Estación Espacial Internacional durante varios días, mientras que sus amigos Richard Branson y Jeff Bezos apenas hace dos meses pellizcaron durante breves minutos la frontera espacial.

Desde marzo de 2019 la agencia SpaceX, en colaboración con la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA) del gobierno estadounidense, marcó el inicio de una nueva era para los viajes espaciales y el retorno de los estadounidenses a este campo, luego de la desaparición del programa de transbordadores espaciales en 2011.

Sin embargo, los logros de esta agencia privada son previos: en 2008, creó el primer cohete espacial privado, el Falcon 1; en 2012, envió la primera nave privada a la Estación Espacial Internacional (EEI); en 2015, logró recuperar el primer cohete reutilizable; en 2019, el primer cohete Falcon Heavy y con la misión Inspiration4, de la semana pasada, también ha abierto un nuevo logro.

Se trató de la primera misión civil de un vuelo espacial. Por primera vez, sin la intervención de astronautas profesionales ni integrantes de la fuerza aérea estadounidense, SpaceX llevó a cabo el primer viaje espacial enteramente civil, financiado y encabezado por el multimillonario Jared Isaacman, quien invirtió poco menos de 200 millones de dólares en la misión Inspiration4 que consistió en un viaje por tres días a una altura récord de 575 kilómetros, más allá de la EEI (420 km) y del Telescopio Espacial Hubble (540 km).

El cohete Falcon 9 y la nave espacial Crew Dragon son creaciones de SpaceX, pero el entrenamiento de los tripulantes se llevó a cabo en las instalaciones de la NASA y el lanzamiento se hizo desde el Complejo de Lanzamiento 39A del Centro Espacial Kennedy, en Florida, como parte de los proyectos conjuntos entre la empresa de Musk y el gobierno estadounidense.

Inspiration4 se lanzó el pasado 15 de septiembre y regresó a las costas de Florida el 18 de septiembre. Estuvo comandada y financiada por el multimillonario de 38 años Jared Isaacman, fundador y director de la empresa Shift4 Payments, quien, en un gesto de generosidad, pero también para demostrar que cualquier ciudadano puede volar al espacio, eligió a la tripulación entre personas comunes, ninguna de ellas astronauta profesional.

Después de tres días en órbita, la nave tuvo un exitoso amarizaje en el Océano Atlántico el sábado 18 de septiembre por la noche.

Así la tripulación estuvo integrada por Hayley Arceneaux (29 años), asistente médica del Hospital de Investigación Infantil St. Jude de Memphis y superviviente de un cáncer pediátrico; ella fue la oficial médica de la misión. También participó Chris Sembroski (42 años), ingeniero de datos aeroespaciales, quien fungió como el especialista de misión; y Sian Proctor (51 años), geocientífica y empresaria, quien fue la piloto de la nave. Todos recibieron entrenamiento intensivo a lo largo de 4 meses.

Las naves Crew Dragon fueron desarrolladas para transportar astronautas para la NASA, pero también para llevar astronautas comerciales o civiles a la órbita terrestre, la EEI o más allá. Tienen capacidad para transportar siete tripulantes, pero hasta ahora solo ha llevado consigo a cuatro en cada misión. Para Inspiration4 la cápsula fue modificada en la punta y en lugar de llevar el mecanismo de acoplamiento con la EEI se sustituyó por una cúpula de observación. Esta ventana permitió vistas de 180º del espacio.

Luego de las misiones Apollo, la Dragon es la segunda nave más grande utilizada hasta ahora, puede llevar consigo una carga de seis toneladas y puede regresar tres. Tiene una altura de 8.1 metros, un diámetro de 4 m y la cápsula tiene un volumen de 9.3 metros cúbicos (m3) mientras que el tronco tiene un volumen de 37 m3.

Después de tres días en órbita, la nave tuvo un exitoso amarizaje en el Océano Atlántico el sábado 18 de septiembre por la noche. “Bienvenidos a casa, al planeta Tierra”, dijo Kris Young, director de operaciones espaciales de SpaceX, a la tripulación mientras la cápsula flotaba en el agua y los tripulantes eran rescatados. Jared Isaacman, respondió: “Ha sido un viaje increíble para nosotros. Solo estamos empezando”.

La misión Inspiration4 alcanzó los 575 kilómetros de altura y orbitó la tierra durante tres días. Imagen: cortesía de SpaceX.

Objetivos médicos

En la misión hubo dos objetivos médicos significativos, el primero de ellos fue recaudar fondos para impulsar la investigación en cáncer infantil que lleva a cabo el Hospital de Investigación Infantil St. Jude de Memphis, donde se brinda atención gratuita a niñas y niños con cáncer y se llevan a cabo investigaciones de vanguardia. Se consiguieron donativos por 210 millones de dólares, incluidos 100 millones de Isaacman y 50 millones de Musk.

Tradicionalmente, cuando los astronautas se encuentran en el espacio, algunos de ellos llevan a cabo diversos experimentos científicos y pruebas tecnológicas que forman parte de investigaciones de diversos temas y diversos grupos de científicos; para ello reciben entrenamiento como si fueran técnicos de laboratorio o estudiantes de posgrado. A su regreso traen consigo resultados valiosos para esos proyectos. Pero para el caso de los tripulantes de Inspiration4 fue a la inversa: ellos fueron los analizados.

De eso se trató el otro objetivo médico de la misión: utilizar a los tripulantes para medir el impacto de la microgravedad en el cuerpo humano como el llamado síndrome de adaptación al espacio, que experimentan los astronautas al adaptar su organismo a las extrañas condiciones del entorno espacial.

Dorit Donoviel, coordinadora de investigación de Inspiration4 y directora ejecutiva del Instituto de Investigación Traslacional para la Salud Espacial en el Colegio de Medicina Baylor de Houston, señaló que en investigaciones previas se ha observado que en ausencia de gravedad los fluidos se desplazan hacia arriba en el cuerpo: cabezas hinchadas, piernas encogidas y que la falta de gravedad debilita los huesos.

Asimismo, el espacio exterior genera afectaciones en el ADN humano como las ocasionados por la radiación cósmica, pero también las inusuales condiciones de ingravidez hacen que algunos genes se activen y otros se desactiven. Las repercusiones biológicas de estas alteraciones aún no se comprenden del todo.

Diariamente los tripulantes se realizaron diez pruebas diseñadas originalmente para medir el rendimiento mental de los astronautas de la NASA. Se llevaron a cabo con dispositivos electrónicos y pantallas, una de ellas consiste en pulsar un cuadro en una pantalla que cambia de posición y de tamaño progresivamente, para medio la velocidad de reacción y de coordinación mano-ojos.

También hicieron ensayos psicométricos para medir la identificación de emociones, para analizar las reacciones del oido interno o analizar la capacidad de mantenerse erguido y ponerse de pie en la microgravedad, lo que requiere fuerza muscular y coordinación de movimientos. Además, utilizaron dispositivos de ultrasonido que rastrearon cómo el agua en sus cuerpos se desplazaba hacia sus cabezas mientras flotaban en órbita, lo cual podría ayudar a comprender el problema de aplastamiento o desalineamiento de los globos oculares y las afectaciones de visión que experimentan algunos astronautas. También llevaron consigo relojes inteligentes que midieron sus datos básicos como latidos, oxigenación, presión arterial, entre otros.

En pocas palabras, lo que quieren hacer los médicos del espacio es aprender a predecir quiénes se pueden enfermar en el espacio cuando no hay coordinación entre los diversos sistemas sensoriales en condiciones de microgravedad. Los vuelos espaciales civiles brindarán más oportunidades para estudiar estas afectaciones y los resultados de esos estudios se incluirán en una bases de datos donde será recopilada la información protegiendo los datos privados.

La tripulación de la misión Inspiration4 Jared Isaacman, arriba en el centro, Sian Proctor, a la izquierda, Chris Sembroski abajo izquierda y Hayley Arceneaux, abajo a la derecha. Imagen: cortesía de SpaceX.

Comercialización espacial

SpaceX señaló que el éxito de Inspiration4 demostró al mundo que el espacio es para todos y que la gente de a pie puede tener un impacto extraordinario en el mundo que le rodea. Lo cierto es que en realidad está abriendo una ventana muy importante para el turismo y la comercialización espacial.

Un campo en el que los viajes espaciales no son para todos, solo un puñado de multimillonarios y millonarios se pueden dar este lujo. Los vuelos espaciales orbitales siguen siendo demasiado caros para cualquiera y lo seguirán siendo a lo largo de décadas. Pero el giro que pueden tomar las actividades espaciales nos debería hacer reflexionar sobre el rumbo de una hipotética nueva era espacial.

Por ejemplo, Inspiration4 no solo recaudó fondos para investigación contra en cáncer infantil sino que hubo toda una serie de actividades patrocinadas, entre ellas una serie documental que Netflix produjo al grabar el entrenamiento de los tripulantes;  el último episodio abordará el viaje espacial. A México llegará pronto esa producción televisiva.

Desde el espacio los tripulantes hicieron sonar una campana para el cierre de la Bolsa de Valores de Nueva York y transmitieron en directo sus actividades a través de YouTube. Sostuvieron una llamada telefónica con el actor Tom Cruise (de quien se ha dicho que podría participar en una película filmada en la propia Estación Espacial Internacional) y el multimillonario Isaacman hizo algunas apuestas desde el espacio en una conocida aplicación de una casa de apuestas.

Se habla incluso de proyectos de reality show sobre “¿Quién quiere ser astronauta?”, en el que abordará el entrenamiento de futuros astronautas civiles y el ganador será lanzado en un cohete de SpaceX a la Estación Espacial Internacional.

La misma cápsula usada en Inspiration4 será modificada nuevamente para otra misión privada de la empresa Axiom Space, que llevará a un astronauta profesional y a tres clientes que pagaron 55 millones de dólares cada uno para visitar la EEI.

En los próximos meses la Agencia Espacial Federal Rusa también incursionará en la comercialización de los viajes espaciales, una veta muy grande de dinero que no quieren perderse: lanzarán a un director de cine y a una actriz a la Estación Espacial Internacional, para una película que se llamará “El desafío”, la primera película de ficción filmada en el espacio. Ni a Alfonso Cuarón se le habría ocurrido.

Es un hecho que la incursión de empresas privadas está orientando una buena parte de la industria espacial hacia su comercialización, pero ¿hasta qué punto la frivolidad y opulencia del dinero la dominarán? ¿Hacia allá se dirigirá la llamada nueva era espacial encabezada por multimillonarios emprendedores y aventureros del cosmos?

 
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