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El SARS-CoV-2 reduce la materia gris

Luisa se enfermó de COVID-19 a finales de diciembre de 2021 y desde entonces ha padecido diversos trastornos en lo que se llama los efectos del Covid largo. Algunos de los padecimientos de los que todavía no se recupera son el cansancio, dificultad para respirar al realizar alguna actividad física, pero sobre todo y el que más le molesta, el deterioro de su sentido del olfato y el gusto.

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“No puedo disfrutar los tacos y los platillos de comida mexicana como siempre lo había hecho”, menciona. Pero también sufre de dolores de cabeza recurrentes y ha notado problemas para recordar sucesos recientes. “Yo siempre tuve muy buena memoria, y desde que sufrí la infección del coronavirus me cuesta cada vez más trabajo recordar algunas cosas”, dice afligida.

Luisa presenta uno de los cuadros típicos de la infección por el SARS-CoV-2 que cada vez es más frecuente: los daños neurológicos posteriores a la infección. Este deterioro se propaga a través del sistema nervioso central y sus efectos pueden persistir a largo plazo o pueden revertirse solo parcialmente.

Desde el inicio de la pandemia se sabe que el SARS-CoV-2 penetra en la mucosa olfativa, provocando la pérdida del olfato y, aunque no hay pruebas definitivas todavía, se estima que puede entrar en el sistema nervioso central, a través del tracto olfativo o de las vías vagales o trigeminales y desde ahí atravesar la barrera hematoencefálica que protege el cerebro.

Se han llevado a cabo diversos análisis clínicos que han reportado daños cerebrales como el accidente cerebrovascular, inflamación cerebral, encefalopatía, síndromes nerviosos periféricos, pero también trastornos psiquiátricos primarios, y otras afectaciones como, anosmia (pérdida del olfato), ageusia (pérdida del gusto), delirio, déficits cognitivos y de atención, ansiedad, depresión, psicosis, convulsiones e incluso conductas suicidas.

Y estos síntomas se presentan antes, durante y después de los síntomas respiratorios, por lo que los investigadores y médicos sugirieron desde el inicio de la pandemia que había daño neurológico por la COVID-19.

El principal hallazgo de los científicos es que los pacientes tuvieron una reducción del tamaño de todo el cerebro, principalmente por la Disminución de la materia gris. Asimismo, hubo daño tisular en regiones asociadas con el sistema cortical límbico y olfativo; así como atrofia de una región del cerebelo.

Se registró mayor atrofia entre las personas que fueron hospitalizadas con cuadros más severos de la enfermedad, en comparación con las que tuvieron un padecimiento moderado. Imagen cortesía de: rawpixel.com.

Reducción del cerebro y trastornos psiquiátricos

Un estudio reciente publicado en la revista Nature, llevado a cabo por un equipo de científicos británicos encabezado por Gwenaëlle Douaud, de la Universidad de Oxford (https://www.nature.com/articles/s41586-022-04569-5), identificó varios efectos a largo plazo después de la infección, especialmente una mayor reducción en el grosor de la materia gris en la corteza orbitofrontal y la circunvolución parahipocampal (regiones asociadas con el olfato) y con la memoria de hechos.

Los hallazgos fueron observados después de analizar los cambios en los cerebros de 785 participantes del Biobanco del Reino Unido, quienes tenían entre 51 y 81 años de edad y padecieron COVID-19. Se les practicaron dos escáneres cerebrales, con 38 meses de diferencia, uno antes de sufrir la infección y el otro meses o años después de haber padecido la enfermedad grave, moderada o leve; asimismo, les aplicaron pruebas cognitivas para analizar los daños en sus procesos mentales.

El principal hallazgo de los científicos es que los pacientes tuvieron una reducción promedio del 2% en el tamaño de todo el cerebro, principalmente por la disminución de la materia gris. Asimismo, hubo daño tisular en regiones asociadas con el sistema cortical límbico y olfativo; así como atrofia de una región del cerebro conocida como cerebelo, que está relacionada con la cognición, por lo que mostraron un mayor deterioro de la memoria y el razonamiento.

“El deterioro cognitivo fue significativamente mayor, que persiste incluso después de que los pacientes salieron del hospital”, señala el artículo científico. “Se asoció a una mayor atrofia del lóbulo cognitivo del cerebelo”.

No todas las personas analizadas sufrieron casos graves de COVID-19, de hecho, una parte tuvo enfermedad moderada y otra leve, como el caso de Luisa. Muy probablemente, si a ella le hubieran practicado las misma pruebas, también le habrían detectado la reducción de la materia gris o las afectaciones en las regiones cerebrales del olfato.

Para observar los efectos virales del SARS-CoV-2 en el sistema nervioso central los investigadores tuvieron que recalibrar los escáneres de Imágenes de Resonancia Magnética de forma sistemática para poder realizar el diagnóstico de los daños. El problema es que con los métodos de imagen actuales difícilmente pueden observarse los cambios. “Son tan sutiles que apenas pueden detectarse con los métodos convencionales”, indican.

Compararon la disminución de la materia gris del grupo de control (participantes que no enfermaron de COVID-19) y quienes sí se infectaron, con este análisis observaron una mayor disminución general en el grosor de la materia gris en toda la corteza de los participantes infectados por el coronavirus, pero este efecto fue particularmente dominante en el sistema olfativo y en las regiones frontoparietales y temporales.

También registraron mayor atrofia entre las personas que fueron hospitalizadas con cuadros más severos de la enfermedad, en comparación con las que tuvieron un padecimiento moderado.

“Este es el primer estudio a gran escala que investiga los cambios reales en el cerebro que pueden producirse tras una infección por COVID-19”, señala Max Taquet, investigador de la Universidad de Oxford, quien no participó en el estudio. “Estos hallazgos podrían ayudar a explicar por qué algunas personas experimentan síntomas cerebrales mucho tiempo después de la infección aguda. Aunque todavía falta determinar las causas de estos cambios cerebrales, si pueden prevenirse o incluso revertirse, así como si se observan cambios similares en pacientes hospitalizados, en niños y adultos jóvenes, y en grupos étnicos minoritarios”.

Los investigadores consideran que debido a que los deterioros cognitivos pueden persistir durante meses o años después de la infección, esto tendrá una carga extra para los sistemas públicos de salud por la rehabilitación y la recuperación de los pacientes. Imagen cortesía de: rawpixel.com.

Se incrementarán demencias

Muchas de las personas que experimentan síntomas neurológicos persistentes después de la COVID-19 tienen menos de 50 años y algunos nunca fueron hospitalizados durante su enfermedad, como el caso de Luisa, quien es una mujer joven de 40 años y padeció una enfermedad leve.

Sin embargo, los investigadores consideran que debido a que los deterioros cognitivos pueden persistir durante meses o años después de la infección, esto tendrá una carga extra para los sistemas públicos de salud por la rehabilitación y la recuperación de los pacientes.

Para el caso de los enfermos adultos mayores de 60 años los efectos neurológicos de la COVID-19 son aún más devastadores. De acuerdo con una investigación llevada a cabo por investigadores chinos y publicado en la revista de la Asociación Médica Americana, JAMA Neurological, (https://jamanetwork.com/journals/jamaneurology/fullarticle/2789919), el deterioro cognitivo a largo plazo es común en personas de edad avanzada que han padecido la infección del coronavirus, por lo que la pandemia tendrá un impacto importante en futuros casos de demencia en todo el mundo.

Los investigadores encabezados por Yan-Jiang Wang, del Centro de Neurociencia de la Tercera Universidad Médica Militar de China, analizaron a mil 438 sobrevivientes de COVID-19 mayores de 60 años, que fueron dados de alta en hospitales de la ciudad de Wuhan, y observaron que el deterioro cognitivo fue especialmente mayor en los supervivientes de la enfermedad grave.

El 21% de los individuos que sufrieron casos graves experimentaron un deterioro cognitivo progresivo, lo que sugiere que puede causar daños duraderos en la cognición. Estos hallazgos implican que la pandemia puede contribuir sustancialmente a la carga de demencia mundial en el futuro.

Incluso algunos análisis de la neuroinflamación y lesiones neuronales han planteado la posibilidad de que el SARS-CoV-2 pueda acelerar o desencadenar el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas como Alzheimer o Parkinson.

El 21% de los individuos que sufrieron casos graves de COVID-19 experimentaron un deterioro cognitivo progresivo, lo que sugiere que puede causar daños duraderos en la cognición. Estos hallazgos implican que la pandemia puede contribuir sustancialmente a la carga de demencia mundial en el futuro.

Son poco investigadas las afectaciones del coronavirus en el cerebro durante la infancia y en todas las edades, pero los científicos saben que puede dejar secuelas neurológicas agudas y consecuencias a largo plazo. Imagen cortesía de: rawpixel.com.

Deterioro en niños y niñas

Por lo general, en los niños y las niñas la COVID-19 tiene manifestaciones más leves que en los adultos, sin embargo, esto no quiere decir que en ellos no se presenten daños en los sistemas nerviosos central y periférico.

Aunque es poco investigado este tema, diversos estudios han detectado afectaciones del coronavirus en el cerebro durante la infancia que puede dejar secuelas neurológicas agudas y consecuencias a largo plazo.

Tal es el caso del artículo publicado por Carl E. Stafstrom, del Departamento de Neurología y Pediatría, de la Universidad Johns Hopkins, en la revista Developmental Medicine & Child Neurology de este semana (https://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/dmcn.15185), que indica que tanto en los lactantes como en los niños y niñas se producen disfunciones neurológicas similares, pero más leves, que en los adultos.

“Entre los recién nacidos con COVID-19 que presentan características neurológicas, las manifestaciones clínicas son bastante variadas y pueden afectar todo el neuroeje, afectando el sistema nervioso central, el sistema nervioso periférico o ambos”, indica el investigador. “Cuando los síntomas neurológicos están presentes en los recién nacidos, a menudo incluyen irritabilidad y letargo, que son inespecíficos”.

En otro estudio realizado por científicos británicos encabezados por Rachel Kneen,  de la Universidad de Liverpool, entre mil 334 casos pediátricos de COVID-19 en el Reino Unido, durante los primeros nueve meses de la pandemia (entre el 2 de abril de 2020 y el 1 de febrero de 2021), identificaron 52 casos con padecimientos neurológicos y psiquiátricos ocasionados por la infección del SARS-CoV-2.

Publicada en la revista The Lancet Child & Adolescent Health, la investigación indica que los daños neurológicos y psiquiátricos son cuatro veces más comunes en niños y adolescentes hospitalizados, que en adultos hospitalizados con COVID-19 (https://www.thelancet.com/journals/lanchi/article/PIIS2352-4642(21)00193-0/fulltext).

El hallazgo demuestra que estas afectaciones se presentan en entre 3 y 8 casos por cada 100 pacientes pediátricos. Los padecimientos más comunes fueron encefalopatía, en el 88% de los pacientes; afectación del sistema nervioso periférico, en el 40%; cambios de comportamiento, 36%; y alucinaciones, 24%. La edad media de los enfermos analizados fue de 9 años; 22 de ellos fueron mujeres (42%) y 30 eran hombres (58%).

Otra investigación similar llevada a cabo en Estados Unidos, en mayo de 2021, descubrió que el 22% de los niños y adolescentes estadounidenses hospitalizados con COVID-19 tenía afectación neurológica.

“En la mayoría de los pacientes fue transitoria y se resolvió al alta hospitalaria”, señala el artículo publicado en la revista de la Asociación Médica Americana, JAMA Neurology. “Sin embargo, 43 pacientes (12%) desarrollaron una variedad de afecciones neurológicas potencialmente mortales asociadas con COVID-19, y el 66% de estos pacientes tuvieron resultados desfavorables, incluida la muerte o una nueva discapacidad neurológica al momento del alta hospitalaria”.

La investigación, llevada a cabo por 50 investigadores encabezados por Adrienne G. Randolph, del Hospital Infantil de Boston (https://jamanetwork.com/searchresults?author=Kerri+L.+LaRovere&q=Kerri+L.+LaRovere), observó una amplia y variada gama de síntomas neurológicos según la edad, incluidas convulsiones y estado epiléptico en los pacientes más jóvenes; anosmia y/o ageusia, así como dolor de cabeza, fatiga y debilidad en pacientes mayores.

Entre los padecimientos letales se presentaron el accidente cerebrovascular isquémico, la trombosis cerebral, hipercoagulabilidad e ictus de tipo isquémico o hemorrágico agudo, entre otros.

En todas las investigaciones referidas los científicos hacen énfasis en la importancia de continuar analizando los efectos del coronavirus en el sistema nervioso central y sus complicaciones neurológicas y psiquiátricas en pacientes de COVID-19 de todos los grupos de edad, pues todavía hay muchas interrogantes sin responder.

 
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