La preocupación por las nuevas variantes del SARS-CoV-2 de Reino Unido, Sudáfrica y Brasil está creciendo entre científicos, farmacéuticas, médicos y autoridades sanitarias de todo el mundo, excepto México. Conforme avanzan los análisis se está descubriendo que son más virulentas: se transmiten más rápidamente, son más infecciosas y, al parecer, pueden evitar la protección de algunas vacunas.
En un primer análisis intermedio del ensayo Fase 3 la candidata a vacuna de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos y la compañía Moderna arrojó una eficacia de 94.5% para prevenir COVID-19. La vacuna se producirá en 2021 con un costo de alrededor de mil pesos por ampolleta y puede mantenerse en un refrigerador común con entre –2 y 8 grados C, durante 30 días.
Para el gobierno y legisladores de la 4T hay mexicanos de primera y de segunda clase. Mientras que la población general tiene que pagar con su propio bolsillo las pruebas de diagnóstico de COVID-19 y cubrebocas, se han destinado millones de pesos públicos para dotar de estas herramientas para proteger a funcionarios y políticos. Para la población general “no sirven”, pero para los políticos sí.
A pesar de que la OMS descartó al fármaco remdesivir, la FDA estadounidense aprobó el antiviral el día del segundo debate presidencia en EE. UU., pero el ensayo Solidarity llevado a cabo en más de 11 mil 266 pacientes en 405 hospitales de 30 países en el mundo demostró que no tuvo impacto positivo en la supervivencia de los pacientes ni en su recuperación, su efecto es similar al placebo.
Las revistas New England Journal of Medicine y Scientific American se pronuncian en contra de la administración Trump por rechazar la evidencia científica en su respuesta frente a la pandemia de COVID-19, que ha sido deliberadamente ignorante e inepta. Ha tomado una crisis y la ha convertido en una tragedia que ha costado la vida a más de 212 mil estadounidenses.
La etapa final de los ensayos clínicos de la inmunización se lleva a cabo en 30 mil personas, el 28% de los diversos grupos étnicos de la sociedad estadounidense. La vacuna ARNm-1273 está hecha del material genético del SARS-CoV-2 que funciona como antígeno que, al introducirse en las células humanas, genera una respuesta del sistema inmunitario y produce anticuerpos contra el coronavirus.