Además de cobrar la vida de más de seis millones de personas y afectar la salud de más de 66 millones en todo el mundo, la COVID-19 ha provocado grandes trastornos en todos los aspectos de la vida de las sociedades y personas, pero quienes más han sufrido el impacto de la pandemia son las mujeres.
Thank you for reading this post, don't forget to subscribe!De acuerdo con un estudio global publicado en The Lancet –una de las revistas científicas médicas de mayor impacto en el mundo–, entre marzo de 2020 y septiembre de 2021 las mujeres tenían un 26% más probabilidades de perder su empleo, mientras que los hombres un 20%.
Los resultados de la primera investigación que analiza el impacto del coronavirus en la equidad de género en 193 países, llevada a cabo por un equipo de 26 científicos del Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud, de la Universidad de Washington, Estados Unidos, son contundentes: se intensificaron las desigualdades generalizadas entre mujeres y hombres durante la pandemia.
Donde se observó la mayor y más persistente brecha de género fue en el empleo y en el trabajo no remunerado. En ese renglón, de manera desproporcionada, más mujeres que hombres se vieron en la necesidad de renunciar a su trabajo debido al incremento de las labores domésticas y al cuidado de otras personas.
En marzo de 2020 la brecha de género era de 1.8 veces en promedio a nivel mundial, pero en septiembre de 2021 había aumentado a casi 2.4 veces. Las mayores diferencias ocurrieron en los países de ingresos altos, donde las mujeres tuvieron que dedicarse al cuidado de otras personas 1.10 veces más, y en Europa Central, Europa del Este y Asia Central, donde las mujeres tuvieron 1.22 veces más trabajo doméstico.
“El impacto económico ha afectado más a las mujeres que a los hombres en algunos países porque suelen estar empleadas de forma desproporcionada en los sectores más afectados por la COVID-19, como la industria de la hostelería o las trabajadoras domésticas”, dijo Luisa Flor, de la Universidad de Washington y autora principal del estudio. “Los grupos étnicos minoritarios, los inmigrantes y las mujeres en situación de pobreza son probablemente los más afectados por la pandemia. Además, las normas sociales de género en muchos países atribuyen las responsabilidades del hogar y el cuidado de los niños, preferentemente a las mujeres, por lo que reducen su tiempo y capacidad para dedicarse al trabajo remunerado”.
“El impacto económico ha afectado más a las mujeres que a los hombres en algunos países porque suelen estar empleadas de forma desproporcionada en los sectores más afectados por la COVID-19, como la industria de la hostelería o las trabajadoras domésticas”.
Luisa Flor, investigadora de la Universidad de Washington.
Crece la brecha educativa
Pocos estudios han examinado de forma sistemática y detallada en todas las zonas geográficas cómo las desigualdades de género se han visto afectadas por los efectos sanitarios, sociales y económicos directos e indirectos de la pandemia de COVID-19.
El análisis titulado Cuantificación de los efectos de la pandemia de COVID-19 en la igualdad de género en indicadores sanitarios, sociales y económicos: una revisión exhaustiva de los datos desde marzo de 2020, hasta septiembre 2021 (https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(22)00008-3/fulltext), abarcó cinco categorías: preocupaciones económicas y laborales; educación; seguridad en el hogar y en la comunidad; dudas sobre las vacunas y su aceptación; y servicios sanitarios.
Los investigadores observaron que uno de los renglones que se vio más afectado fue la brecha educativa: a nivel mundial, el 6% de los alumnos abandonaron la escuela durante la pandemia debido al cierre de escuelas durante los confinamientos, pero en todo el mundo las mujeres y las niñas tuvieron 21 veces más probabilidades de abandonar la escuela que los hombres y los niños.
Las mayores diferencias de género en este sector se observaron en las regiones de América Latina y el Caribe, y en África subsahariana.
Asimismo, las mujeres también sufrieron 23 veces el aumento de la violencia de género. Las tasas más altas nuevamente ocurrieron entre las mujeres de América Latina y el Caribe, con el 61%; los países de altos ingresos, con 59.9%; y África subsahariana, con 56.7%.
“Los líderes políticos y sociales deberían dar prioridad a las políticas que permitan y alienten a las mujeres a participar en la fuerza laboral y a continuar su educación, dotándolas así de mayor capacidad para superar las barreras a las que se enfrentan”, indican los científicos en el artículo.
Cabe señalar, en el marco del Día Internacional de la Mujer, que en México la inequidad de género se incrementó de manera especial con las medidas emprendidas por el gobierno mexicano que eliminó, en tiempos de pandemia, las escuelas de tiempo completo y los albergues para mujeres y niñas que sufren violencia de género.
“Los líderes políticos y sociales deberían dar prioridad a las políticas que permitan y alienten a las mujeres a participar en la fuerza laboral y a continuar su educación, dotándolas así de mayor capacidad para superar las barreras a las que se enfrentan”, indican los científicos en el artículo CIEntífico.
Un siglo para alcanzar equidad de género
Hace 111 años se estableció el “Día Internacional de la Mujer” cuando en la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, realizada en 1910 en Copenhague, se propuso la celebración del “Día de la Mujer Trabajadora”, que comenzó a conmemorarse al año siguiente en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza.
Desde entonces, esta reivindicación de equidad laboral se extendió a otros países y la Asamblea General de las Naciones Unidas, en los años 70, invitó a los Estados miembros a declarar un día por los “Derechos de la Mujer y la Paz Internacional”.
Pero, a más de un siglo de distancia, la humanidad aún se encuentra muy lejos de la equidad de género, y con la pandemia de COVID-19 se han agravado las inequidades en todos los sectores de la sociedad en todo el planeta, donde la ciencia y la tecnología no son la excepción.
Muy lentamente han avanzado los esfuerzos para reducir la brecha de género en los ámbitos de la ciencia, la economía, salud, política y educación, como lo indica el estudio Brecha Global de Género 2020 del Foro Económico Mundial (https://www3.weforum.org/docs/WEF_GGGR_2020.pdf), que sostiene que todavía faltan 99.5 años para alcanzar el objetivo de paridad.
El estudio analiza 153 países –donde México ocupa el lugar 124– y proporciona clasificaciones que permiten comparar los avances de regiones y países, por ejemplo, los nórdicos siguen a la cabeza de la paridad de género, como Islandia, que ocupa el primer lugar por haber reducido un 87.7% su brecha de género; en segundo lugar se encuentra Noruega (84.2%); en tercero, Finlandia (83.2%); y en cuarto lugar, Suecia (82%).
Sin embargo, uno de los sectores en los que hay una mayor disparidad es el económico en el que las mujeres no reciben oportunidades de empleo en posiciones altamente calificadas en campos tecnológicos y científicos de vanguardia como la inteligencia artificial, donde solo una de cada cinco profesionales (22%) es mujer.
En informática las mujeres representan el 12% de los profesionales, mientras que en ingenierías el 15%. En ciencia de datos, el 31% de las personas que poseen las competencias pertinentes son mujeres, pero solo el 25% de los puestos están ocupados por ellas.
Asimismo, menos de uno de cada cuatro investigadores en las empresas privadas es mujer y, cuando crean su propia empresa, tienen mayores dificultades para acceder a créditos y financiamiento. Una muestra de ello es que en 2019 solo el 2% del capital de riesgo se dirigió a start-ups fundadas por mujeres.
De acuerdo con el Foro Económico Mundial, la brecha de género debe enfrentar dos retos clave: el primero es proporcionar a las mujeres las competencias que necesitan para desempeñar los puestos de trabajo más demandados. De no hacerlo así, se tendría un coste económico para la sociedad en su conjunto por la escasez de competencias. En segundo lugar, es que, aún en los casos en los que las mujeres cuentan con las competencias demandadas, no siempre están representadas por igual.
Por lo tanto, señala el informe, debe velarse para que las mujeres obtengan competencias técnicas disruptivas; potenciar la diversidad en la contratación; y crear culturas laborales inclusivas.
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