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Nuevo brote de Ébola en el Congo

Un nuevo brote con dos casos confirmados hasta ahora de la enfermedad por el virus de Ébola (EVE), ocurrió en el distrito de Mbandaka, provincia de Équateur, República Democrática del Congo, lo cual hizo sonar las alarmas ya que se trata del sexto episodio del letal filovirus desde 2018.

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En un artículo de la revista The Lancet se menciona la preocupación de que los brotes sean cada vez más frecuentes, el más reciente, declarado por el Ministerio de Salud de la República Democrática del Congo, ocurrió el pasado mes de abril. Los dos casos confirmados ocurrieron entre dos familiares que han fallecido.

De acuerdo con un comunicado de la Organización Mundial de la Salud (https://www.who.int/emergencies/disease-outbreak-news/item/2022-DON377) en el primer caso los síntomas aparecieron el 5 de abril y la persona contagiada falleció el 21 de ese mismo mes.

El segundo caso fue una mujer de 25 años, familiar de la primera persona infectada. Desarrolló los síntomas el 13 de abril y fue tratada en su casa durante cinco días. Mientras estaba sintomática visitó una casa de oración, un centro de salud, una farmacia y la casa de una enfermera. Murió el 25 de abril.

El diagnóstico de ambos casos fue confirmado con análisis de muestras de sangre e hisopos orales por PCR-RT (reacción en cadena de la polimerasa con transcriptasa inversa), en el laboratorio de referencia del Instituto Nacional de Investigación Biomédica, de Kinshasa, y dieron positivo al virus del Ébola.

Hasta el 27 de abril las autoridades sanitarias habían identificado 267 contactos y se están rastreando otros posibles; también se han descontaminado los hogares de esas personas y las instalaciones sanitarias en las que fueron atendidas.

El actual es el tercer brote de Ébola en la provincia de Equateur y el sexto en el país desde 2018. Foto cortesía de: los NIH de EE.UU.

Hasta el 27 de abril las autoridades sanitarias habían identificado 267 contactos y se están rastreando otros posibles; también se han descontaminado los hogares de esas personas y las instalaciones sanitarias en las que fueron atendidas.

“Parece que la República Democrática del Congo y especialmente el área de Équateur e incluso Ituri se están volviendo endémicas para la enfermedad del virus del Ébola, lo que puede explicar su creciente incidencia”, señaló Yap Boum, representante regional de Epicenter Africa, el brazo de investigación de Médicos Sin Fronteras.

El virus del Ébola se descubrió en 1976 y desde entonces la República Democrática del Congo ha sufrido 14 brotes, pero todo indica que la frecuencia de los brotes está aumentando rápidamente: De 2017 a 2022 ha ocurrido al menos un brote cada año, y en 2021 hubo dos.

El actual es el tercer brote de Ébola en la provincia de Equateur y el sexto en el país desde 2018. El último brote en esa provincia se declaró terminado en noviembre de 2020, después de que se registraron 130 casos.

Aún se ignora cómo adquirió el virus la primera víctima, por lo que todavía es difícil evaluar el alcance del brote, pero no se descarta el riesgo de propagación regional e internacional, ya que la ciudad de Mbandaka bordea el río Congo que tiene conexiones fluviales y terrestres con la capital, Kinshasa, la República del Congo, la República Centroafricana y Angola. También tiene conexiones aéreas fronterizas con la República Centroafricana y la República del Congo.

La EVE, antes llamada fiebre hemorrágica del Ébola, es una enfermedad grave, con frecuencia mortal, que afecta a los seres humanos y a otros primates. La infección se transmite de persona a persona por el contacto con la sangre, secreciones, órganos y otros líquidos corporales de las personas infectadas, y/o el contacto con superficies de objetos y materiales contaminados como ropa, sábanas y jeringas.

Los reservorios naturales del virus son los murciélagos frugívoros de la familia Pteropodidae que transmiten el microorganismo a los humanos, es decir, es una enfermedad zoonótica, pero también pueden infectarse puercoespines y otros primates no humanos.

El virus “salta” a las personas ya sea por contacto directo con los murciélagos o por el consumo de carne de primates y puercoespines infectados, y posteriormente el virus se propaga entre la población humana a través del contacto directo.

La tasa de letalidad del EVE es muy alta: puede ser entre el 70% y 50%. Los primeros brotes de Ébola se produjeron en aldeas remotas de África Central, cerca de las selvas tropicales con una tasa de letalidad de hasta el 90%.

Micrografía de una célula humana invadida virus de Ébola. Foto cortesía de: los NIH de EE.UU.

Daños ecológicos y brotes

La República Democrática del Congo alberga la segunda selva tropical más grande del mundo después del Amazonas, lo que convierte al país en un semillero natural del virus del Ébola. En su extenso territorio abundan primates como gorilas, chimpancés y diversas especies de monos, cuya carne a menudo es consumida por las personas de manera furtiva.

La destrucción de los hábitats de los murciélagos y los primates contagiados en las selvas ocasiona mayores acercamientos entre esos animales y los seres humanos, por lo que los daños ambientales son una causa importante para el número de brotes.

De hecho, en las últimas década muchas partes de las selvas de la República Democrática del Congo han sido destruidas y a medida que se talan árboles para proporcionar tierras para la agricultura y la ganadería a través de los llamados despejes de tala y quema, se ha propiciado el acercamiento entre las diversas especies.

“En esta área la gente está comiendo más murciélagos y monos que en el pasado, lo que también puede conducir a la transmisión del virus”, dijo Yap Boum a The Lancet.

En un esfuerzo por frenar la destrucción, las autoridades han asignado áreas de selvas a los indígenas donde se puede practicar la caza sostenible y prevenir la tala innecesaria de árboles.

Para comprender mejor las causas fundamentales del desequilibrio entre el patógeno y el huésped se necesitan llevar a cabo investigaciones para comprender el papel de la deforestación, la destrucción de los hábitats y los efectos del cambio climático, y que expliquen por qué las personas comen más animales salvajes a pesar de que son conocidos los riesgos potenciales.

Para comprender mejor las causas fundamentales del desequilibrio entre el patógeno y el huésped se necesitan llevar a cabo investigaciones para comprender el papel de la deforestación, la destrucción de los hábitats y los efectos del cambio climático, y que expliquen por qué las personas comen más animales salvajes.

La tasa de letalidad del EVE es muy alta ya que puede ser entre el 70% y 50%. Foto cortesía de: los NIH de EE.UU.

“Necesitamos más recursos para analizar la relación entre la salud animal y la salud humana, y realmente pensar en la vigilancia no solo de las enfermedades humanas, sino también la de los animales”, indica Helen Rees, directora ejecutiva de Wits Reproductive Health e integrante del Instituto del VIH en Johannesburgo, Sudáfrica.

El brote de Ébola de 2014-2016 en África Occidental fue el más extenso y complejo desde que se descubrió el virus en 1976. Hubo el mayor número de casos (28 mil 646) y ocurrieron más muertes (11 mil 323) en ese brote que en todos los demás juntos. Además, se extendió a otros países donde no habían ocurrido casos: empezó en Guinea y después se propagó a través de las fronteras terrestres a Sierra Leona y Liberia.

El resurgimiento del actual brote de esta enfermedad hemorrágica no es inesperado; además del deterioro ambiental confluyen otros factores socioeconómicos como la pobreza, la desconfianza de la comunidad en las autoridades, la debilidad de los sistemas sanitarios y la inestabilidad política.

El Ministerio de Salud de la República Democrática del Congo y la OMS han puesto en marcha medidas para controlar el brote y prevenir su propagación, entre ellos los comités de gestión de emergencias nacionales y provinciales para coordinar la respuesta, donde se capacita a los trabajadores comunitarios de la salud y a los curanderos tradicionales, que a menudo son el primer punto de contacto para los pacientes, para detectar nuevos brotes de manera temprana, lo que puede mejorar la vigilancia.

El virus del Ébola o Ebolavirus es un virus que pertenece a la familia de los filovirus, de forma larga y cilíndrica, como un fideo (Filoviridae), junto con los géneros Marburgovirus y Cuevavirus. Hasta ahora, se han identificado cinco especies distintas del género Ebolavirus: ebolavirus Bundibugyo (BDBV); ebolavirus Zaire (EBOV); ebolavirus Reston (RESTV); ebolavirus Sudan (SUDV), y ebolavirus Taï Forest (TAFV).

El periodo de incubación es entre 2 y 21 días, y los síntomas son la aparición súbita de fiebre, debilidad intensa, dolores musculares, de cabeza y de garganta, lo cual va seguido de vómitos, diarrea, erupciones cutáneas, disfunción renal y hepática y, en algunos casos, hemorragias internas y externas.

Todavía no existen tratamientos de eficacia demostrada, pero se están evaluando diversas formas de hemoterapia, inmunoterapia y farmacoterapia. Tampoco hay vacunas aprobadas, pero existen dos posibles candidatas, la que ha demostrado mayor eficacia es la llamada rVSV-ZEBOV, que se probó en 11 mil 841 personas que participaron en un ensayo clínico.

 
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