Para aumentar la certeza del descubrimiento de las casi 2 mil herramientas líticas y restos orgánicos que demuestran que los seres humanos vivían en América del Norte desde hace más de 30 mil años, el equipo internacional de científicos en el que participan 18 investigadores mexicanos, corroboró sus mediciones en 6 laboratorios internacionales de radiocarbono.
Thank you for reading this post, don't forget to subscribe!La antigüedad de los hallazgos fueron analizados y corroborados por el Laboratorio de Espectrometría de Masas con Aceleradores, del Instituto de Física de la UNAM; la Unidad Aceleradora de Radiocarbono de Oxford, del Reino Unido; el Laboratorio Beta Analytic de Florida, EE. UU.; el International Chemical Analysis, Albuquerque, EE. UU.; el Instituto Paleo Research, Colorado, EE. UU.; y por el Laboratorio de Datación por Luminiscencia, de la Universidad de Oxford.
La datación se llevó a cabo con dos métodos: radiocarbono de Espectrometría de Masas con Aceleradores (AMS, por sus siglas en inglés) y Luminiscencia Ópticamente Estimulada (OSL, por sus siglas en inglés), que son los de mayor precisión hasta ahora.
Las pruebas y varias técnicas de análisis robustecen los hallazgos del equipo de científicos encabezados por Ciprian Ardelean, de la Universidad Autónoma de Zacatecas y confirman, a ciencia cierta, los resultados.
Las muestras de carbón, huesos y sedimentos asociadas a los diferentes objetos encontrados fueron analizados por radiocarbono en el Laboratorio de Espectrometría de Masas con Aceleradores, del Instituto de Física de la UNAM, inaugurado en 2013 y dirigido por Corina Solís Rosales.
La técnica de carbono 14 hace posible medir la edad de muestras orgánicas hasta los 50 mil años de antigüedad. En este caso, la técnica AMS permitió determinar muestras muy pequeñas con gran precisión y mucho más rápido, comenta Solís Rosales.
“Dada la riqueza cultural de México, este laboratorio se creó para analizar muestras arqueológicas, de hecho, Ciprian Ardelean fue el primer arqueólogo en buscar la colaboración y este servicio único en América Latina”, afirma la investigadora.
La datación de carbono 14 con esta técnica es casi un millón de veces más sensible que con la tecnología convencional de centelleo líquido. Asimismo, el costo en la instalación universitaria es la mitad de lo que cobran otros laboratorios internacionales.
Los resultados detallados de estas mediciones de radiocarbono, ADN, residuos químicos y otros, se publicaron en cinco documentos complementarios en la revista Nature del 22 de julio, junto con el artículo principal titulado “Evidencia de ocupación humana en México alrededor del Último Máximo Glacial”.
Residuos químicos
Como parte de los distintos experimentos llevados a cabo por el equipo interdisciplinario se encuentra el análisis de residuos químicos, un campo en el que es pionero Luis Barba Pingarrón, del Laboratorio de Prospección Arqueológica del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM.
Desde hace 40 años estudia las huellas químicas que dejan las actividades humanas en los pisos arqueológicos e incluso analiza los residuos que dejan los alimentos preparados en recipientes cerámicos. Esto lo ha llevado a cabo en múltiples exploraciones arqueológicas de culturas mesoamericanas y de otros sitios, incluida la detección de residuos de la descomposición del cuerpo de un mamut, pero con esta investigación se amplió aún más la aplicación de sus técnicas a periodos mucho más antiguos.
El investigador encontró restos de moléculas orgánicas que revelaron altas concentraciones de proteínas, fosfatos, carbohidratos y ácidos grasos en algunas zonas del piso estudiado que revelan que hubo actividad humana y que se refleja en el enriquecimiento de estas superficies que pisaron los antiguos pobladores.
Aunque solo se llevaron a cabo excavaciones en una pequeña porción de la cueva, para el científico hubo correspondencia en la distribución de los residuos orgánicos con los objetos encontrados que confirman, sin duda alguna, la presencia humana.
“Los residuos en las muestras están increíblemente preservadas, en el piso del estrato 1210 muy rico en muchos elementos como las herramientas líticas, el material biológico (polen y fitolitos), el ADN de animales y de plantas, y también en residuos químicos, todos en la misma capa y en otras”, menciona Barba Pingarrón.
A través de un análisis de elementos con fluorescencia de rayos X, la distribución espacial de azufre, potasio y zinc, elementos que interpretan los investigadores como derivados de actividades humanas, coincidieron con la distribución de los residuos químicos.
La relación entre fosfatos y zinc, se reconoce como un indicador de áreas de desechos. Las concentraciones de potasio probablemente indican la presencia de cenizas de combustibles celulósicos.
Estos hallazgos ya han cimbrado la arqueología de América y México, y fueron realizados por científicos nacionales en colaboración con expertos internacionales, tal y como ocurre en la ciencia moderna.