La etapa final de los ensayos clínicos de la inmunización se lleva a cabo en 30 mil personas, el 28% de los diversos grupos étnicos de la sociedad estadounidense. La vacuna ARNm-1273 está hecha del material genético del SARS-CoV-2 que funciona como antígeno que, al introducirse en las células humanas, genera una respuesta del sistema inmunitario y produce anticuerpos contra el coronavirus.
Casi un mes después del anuncio con fanfarria de “la primera vacuna del mundo contra la COVID-19” los científicos rusos publicaron la primera evidencia científica de su ensayo Fase 1-2 en un pequeño grupo de 76 personas, y aunque produce niveles modestos de anticuerpos contra el coronavirus, para conseguirse una vacuna aún faltan ensayos masivos en grupos vulnerables y de control.
La respuesta inmune de hombres y mujeres frente al coronavirus es diferente: mientras en el sexo femenino los niveles más altos de citocinas se asociaron con una peor respuesta a la enfermedad, en el sexo masculino el agravamiento ocurrió por una deficiencia en la respuesta de las células T. Eso explica por qué es mayor la tasa de incidencia y mortalidad en varones.
Casi cinco meses, más de medio millón de personas infectadas y 60 mil fallecimientos después, la Secretaría de Salud “aceptó” la evidencia científica que sostiene que el uso de cubrebocas y mascarillas es una de las medidas más efectivas para prevenir la infección por el coronavirus SARS-CoV-2, y recomendó el uso de cubrebocas en el Informe Técnico Diario del 20 de agosto.
En México ni siquiera se realizará la maquila completa de la vacuna ChAdOx1 nCoV-19 que desarrolla la Universidad de Oxford, que se está probando en 50 mil personas y que en noviembre se sabrá si previene la infección de forma segura y efectiva. La vacuna utiliza la información genética de la proteína espiga del coronavirus para generar una respuesta inmune del organismo humano.
La vacuna Sputnik V, anunciada por el gobierno ruso como la primera vacuna del mundo contra la COVID-19, aún no prueba su efectividad en ensayos clínicos de Fase 3 como se establece en los procedimientos científicos para el desarrollo de vacunas y tampoco proporciona evidencia científica de su efectividad, sin embargo, ya se comercializa en el que será un mercado muy disputado.