La Real Academia Sueca de Ciencias otorgó el Premio del Banco de Suecia en Ciencias Económicas, en memoria de Alfred Nobel 2024, al científico turco Daron Acemoglu, al británico Simon Johnson y al estadounidense James A. Robinson “por sus estudios sobre cómo se forman las instituciones y cómo afectan la prosperidad”.
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Los hoy galardonados aportaron nuevas ideas que explican por qué existen diferencias tan grandes en la prosperidad entre las naciones, es decir, por qué algunos países son ricos y otros pobres. Una explicación importante son las diferencias persistentes en las instituciones sociales que existen en cada país.
A nivel mundial el 50 % más pobre de la población gana menos de una décima parte del ingreso total y posee apenas el 2 % de la riqueza neta total. El 20 % más rico de los países del mundo es ahora alrededor de 30 veces más rico que el 20 % más pobre. Esta desigualdad se debe principalmente a las disparidades entre países, que contribuyen a aproximadamente dos tercios de la desigualdad del ingreso mundial.
Además, la brecha de ingresos entre los países más ricos y los más pobres es persistente; estas diferencias de ingresos tan grandes y sostenidas entre países son incompatibles con el modelo de crecimiento neoclásico básico, que predice que, en igualdad de condiciones, los países pobres deberían alcanzar a los países ricos con el tiempo. Sin embargo, no se observa tal convergencia en el ingreso per cápita entre países.
Al examinar históricamente los diversos sistemas políticos y económicos introducidos por los colonizadores europeos en distintas regiones del planeta, los investigadores demostraron que una explicación importante son las diferencias persistentes en las instituciones sociales y su capacidad para modificarse. También han desarrollado herramientas teóricas que pueden explicar por qué persisten esas diferencias y cómo pueden cambiar.
Daron Acemoglu (57 años) y Simon Johnson (61 años) investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts, y James A. Robinson (64 años), de la Universidad de Chicago, llevaron a cabo investigaciones innovadoras que demuestran que esas instituciones afectan el desarrollo económico de los países a largo plazo.
“No hay nada natural en que haya diferencias de 30, 40 o 50 veces en el ingreso per cápita en un mundo globalizado y conectado”, señaló Daron Acemoglu, al recibir la noticia del galardón. Asimismo, dijo que las causas profundas de la pobreza persistente entre las naciones más pobres y destacó la importancia de la democracia.
“No hay nada natural en que haya diferencias de 30, 40 o 50 veces en el ingreso per capita en un mundo globalizado y conectado”: Daron Acemoglu, Premio Nobel de economía 2024.
El trabajo de los galardonados ha tenido una influencia decisiva en investigaciones de todo el mundo en los campos económicos, sociales y en la ciencia política. En él sostienen que las sociedades con un Estado de derecho deficiente e instituciones que explotan a la población no generan crecimiento ni cambios para el progreso.
A diferencia de lo que sostiene el libro El espíritu de las leyes (1748), de Montesquieu, y muchos otros estudios posteriores, que indica que las sociedades en zonas climáticas más templadas son económicamente más productivas que las de los trópicos y hay una correlación geográfica entre los países más cercanos al ecuador, más cálidos con más pobreza, los hoy galardonados afirman que esto no tiene que ver con el clima, los recursos naturales o la geografía.
En el libro Por qué fracasan los países (Ed. Planeta 2012), donde sintetizan parte de sus estudios, analizan esas diferencias actuales en las condiciones de vida entre Nogales, EE. UU. y Nogales, México, dos ciudades con la misma geografía, clima y cultura.
Demuestran que esta disparidad se debe en gran medida a las instituciones que se introdujeron durante la colonia española que luego se convirtió en México y en las colonias que se convirtieron en Estados Unidos.
Instituciones depredadoras coloniales en México se centraron en beneficiar a una pequeña élite a expensas de la población en general, donde no había elecciones, los derechos políticos eran extremadamente limitados y se promovió la concentración de la riqueza; legado que en gran medida se mantiene en el actual sistema mexicano.
En tanto, en Estados Unidos las instituciones fueron inclusivas, incentivaron a los colonos a trabajar duro e invertir en su nueva patria. A su vez, esto llevó a la exigencia de derechos políticos que mejoraron la distribución de la riqueza y promovieron el desarrollo económico.
“Especialmente la trayectoria institucional general a lo largo del tiempo, es un determinante importante”, expresó Acemoglu. “Luego, por supuesto, hay que preguntarse qué es lo que hace que los países terminen con instituciones malas en lugar de buenas, y por qué se quedan con esas instituciones. Y esas son algunas de las cuestiones que trato de explorar en mi trabajo”.
Instituciones depredadoras y democráticas
Los investigadores analizaron las diferencias de los sistemas democráticos, las dictaduras u otras malas instituciones que sobreviven en el tiempo, y los orígenes coloniales de estas diferencias institucionales, porque a decir de Acemoglu, “el experimento colonial, que comenzó hace 500 años, fue realmente transformador para aproximadamente la mitad o más de la mitad del mundo. Realmente cambió profundamente sus trayectorias institucionales”.
Aquellas instituciones depredadoras que se crearon para explotar a las masas, como el caso de la “Encomienda” en la Nueva España, son malas para el crecimiento a largo plazo y su duración es limitada; mientras que las que establecen libertades económicas fundamentales y el Estado de derecho, son buenas para el progreso.
Esta idea es central en el programa de investigación que Acemoglu y Robinson iniciaron en una serie de publicaciones especializadas a principios de la década de 2000, y gira en torno a que la riqueza de las naciones está determinada fundamentalmente por las instituciones políticas.
En sus investigaciones ofrecen varias ideas clave que han ampliado y refinado, cuyo centro son tres preguntas fundamentales: 1) ¿Por qué a veces es racional que las élites gobernantes bloqueen el cambio tecnológico e institucional socialmente eficiente?; 2) ¿Qué hace que las instituciones políticas, que desempeñan un papel significativo en la configuración de las instituciones económicas, experimenten cambios?; 3) ¿Por qué las instituciones económicas ineficientes se sostienen durante largos períodos de tiempo, incluso si todas las partes involucradas pudieran beneficiarse del cambio institucional?
Los laureados explican que intervienen condiciones estructurales, como las crisis económicas, la reconfiguración de las instituciones y la participación de las fuerzas sociales. Integraron tradiciones teóricas e introdujeron el “problema del compromiso” en un modelo dinámico de ventana de oportunidad en el que una élite gobernante enfrenta amenazas periódicas. Analizaron los conflictos por el poder político y el problema de la credibilidad entre los gobiernos y la sociedad.
Mientras el sistema político beneficie a las élites, la población no puede confiar en que se cumplan las promesas de un sistema económico aunque sea reformado.
Un nuevo sistema político, que permita a la población reemplazar a los líderes que no cumplan sus promesas en elecciones libres, posibilita reformar el sistema económico. Sin embargo, los galardonados también demostraron que incluso si la población de una nación no democrática carece de poder político formal, tiene un arma que es temida por la élite gobernante: son muchos.
Las masas pueden movilizarse y convertirse en una amenaza revolucionaria, pero aunque esta amenaza puede incluir violencia, su impacto puede ser superior si esta movilización es pacífica, porque permite que el mayor número de personas se unan a las protestas.
“No es fácil hacer que funcione la democracia porque la democracia tiene que ver con la ciudadanía democrática. Se trata de consenso, se trata de comunicación. Se trata de aceptar la derrota, hacer concesiones, hablar y entender al otro lado. Todas esas cosas son siempre difíciles. Se vuelven más difíciles en tiempos de turbulencia, como los que estamos viviendo, y se vuelven más difíciles cuando la infraestructura, por ejemplo, la infraestructura de comunicación, dificulta este tipo de ciudadanía democrática, lo que creo que no es el único factor. Pero las redes sociales ciertamente han jugado ese papel”, afirmó Acemoglu.
“No es fácil hacer que funcione la democracia porque la democracia tiene que ver con la ciudadanía democrática. Se trata de consenso, se trata de comunicación. Se trata de aceptar la derrota, hacer concesiones, hablar y entender al otro lado. Todas esas cosas son siempre difíciles”: Daron Acemoglu, Premio Nobel de economía 2024.
Cambio institucional y avances tecnológicos
Las circunstancias en las que se forman y cambian las instituciones políticas tiene tres componentes, de acuerdo con el modelo de los laureados. El primero, es un conflicto sobre cómo se asignan los recursos y quién tiene el poder en la toma de decisiones en una sociedad (la élite o las masas). El segundo, es que las masas a veces tienen la oportunidad de ejercer el poder movilizando y amenazando a la élite gobernante; el poder en una sociedad es, por tanto, algo más que la toma de decisiones. El tercero, es el problema del compromiso, que significa que la única alternativa para la élite es entregar el poder de decisión a la población.
Pero tal promesa no siempre es creíble porque las masas saben que la élite, si permanece en el poder, puede regresar rápidamente al viejo sistema una vez que la situación se haya calmado.
Otra parte de las contribuciones de los científicos galardonados se centran en la importancia de los desarrollos científicos y tecnológicos, sintetizada en un libro reciente titulado Poder y progreso (Planeta, 2023), que puede contribuir a la salida de la pobreza para naciones pobres.
Sobre ese aspecto Simon Johnson comentó en entrevista durante la conferencia del anuncio del Premio Nobel: “No creo que haya respuestas fáciles porque gran parte de esa pobreza es, lamentablemente, el resultado de acuerdos institucionales de larga data, políticos y económicos. Por lo tanto, hay algunas cargas muy grandes que superar”.
En el libro los investigadores afirman que quién controla la tecnología y quién se beneficia de ella son los mismos, por lo que estas instituciones tecno-científicas deben ser participativas.
“Controlar la tecnología, en particular si se habla y piensa en nuevas tecnologías, de vanguardia, es muy importante quién toma esas decisiones. Refleja la inclusión y también puede afectarla”, afirmó Johnson y agregó que en los momentos en que se amenaza a la democracia es bueno dejar que florezca el talento tecnológico y científico en todas partes.
La contribución de los premios Nobel demuestra la importancia fundamental del tipo de instituciones políticas y económicas que se introdujeron durante la colonización y por qué es tan difícil reformar las instituciones depredadoras, al tiempo que señala algunas de las circunstancias en las que esto puede ocurrir.
Sus ideas son claves en la comprensión de la importancia de las instituciones más inclusivas, menos depredadoras y basadas en el imperio de la ley, lo que genera beneficios a largo plazo para todos y promueve el desarrollo económico de las naciones de forma duradera.