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El Ártico se derrite

Luego de un viaje de poco más de 10 meses a la deriva en el hielo del Ártico, una gran expedición polar compuesta por 442 expertos de 37 nacionalidades llamada MOSAiC, a bordo del rompehielos alemán Polarstern, se dirigió al punto más septentrional del Polo Norte.

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Fue durante el verano pasado, el 19 de agosto de 2020, mientras gran parte del planeta era azotado por la segunda ola de la pandemia de COVID-19, cuando la expedición tomó una ruta que parecería muy arriesgada por las probabilidades de quedar atrapados en las gruesas capas de hielo: el mar de Wandel al norte de Groenlandia.

Pero, para su sorpresa, esta ruta que normalmente está cubierta por hielo compacto y grueso acumulado durante varios años, creado por temperaturas frías y vientos terrestres congelados, estaba derretida y las capas de hielo eran muy delgadas y fragmentadas.

“Estoy muy sorprendido de ver lo suave y fácil que es atravesar el hielo hasta 88° norte este año, después de haberse descongelado hasta el punto de ser delgado y poroso. Incluso después de pasar esta zona, mantuvimos mayoritariamente una velocidad de 5-7 nudos”, dijo Thomas Wunderlich, capitán del enorme rompehielos. “Nunca había visto eso tan al norte”.

En condiciones normales los capitanes experimentados en esta región que se extiende desde el norte de Siberia hasta la costa norte del archipiélago ártico canadiense recomiendan evitar la zona del norte de Groenlandia porque siempre hay hielo grueso y antiguo y es prácticamente intransitable. Pero en agosto pasado había tramos extendidos de aguas abiertas que llegaban casi hasta el Polo.

“Estoy muy sorprendido de ver lo suave y fácil que es atravesar el hielo hasta 88° norte este año, después de haberse descongelado hasta el punto de ser delgado y poroso”.

Thomas Wunderlich, capitán del rompehielos Polarstern

La expedición MOSAiC en el moderno rompehielos de investigación Polarstern, en el que participaron 80 instituciones de 20 países encabezadas por el Instituto Alfred Wegener y el Centro Helmholtz de Investigación Polar y Marina (AWI). Foto cortesía de: Alfred-Weigner-Institute/Mario Hoppmann.

Exploración polar

Hace más de 125 años, el investigador y explorador noruego Fridtjof Nansen zarpó en la primera expedición hacia el Polo Norte a la deriva, con su velero de madera, Fram. Atravesó Groenlandia y estableció un récord de latitud norte. En esta travesía innovó técnicas de locomoción, equipo y vestuario para la región polar que influyeron en expediciones posteriores.

Más de un siglo después la expedición de MOSAiC, con el moderno rompehielos de investigación Polarstern, cargado de instrumentos científicos, los investigadores emprendieron un viaje de 389 días para explorar el sistema climático del Ártico. Sin saberlo, se encontrarían las mejores condiciones climáticas para los humanos para poder hacerlo, pero las peores para el medio ambiente polar.

Con un presupuesto superior a los 140 millones de euros, la investigación duró del otoño de 2019 al otoño de 2020. La expedición recorrió más de 3 mil 400 kilómetros y participaron 80 instituciones de 20 países encabezadas por el Instituto Alfred Wegener y el Centro Helmholtz de Investigación Polar y Marina (AWI).

Así, la MOSAiC midió el derretimiento del hielo marino del Ártico y constató que es la más baja jamás registrada, todo un récord. En 2020 las temperaturas en la costa este de Siberia superaron los 6° C, como resultado, el Paso del Noreste, también conocido como la Ruta del Mar del Norte, estaba libre de hielo. Prácticamente desde el principio, el año pasado también prometía ser anómalo en términos de espesor y deriva del hielo.

A esto hay que sumar una inusual celda de aire cálido sobre la región que dominó el clima en el Ártico, lo que llevó a temperaturas muy por encima del promedio. Como resultado, la nieve se derritió y los suelos de permafrost de Siberia comenzaron a descongelarse. En el Ártico ruso, aproximadamente un millón de kilómetros cuadrados del océano estaban descubiertos de hielo.

La expedición recorrió más de 3 mil 400 kilómetros y pudo medir el derretimiento del hielo marino del Ártico y constató que es la más baja jamás registrada. Imagen cortesía de: Alfred-Weigner-Institute.

Lo que debía ser la última reserva de hielo del Polo Norte y, quizá, del planeta llamada “Última Zona de Hielo” del Ártico, se está derritiendo más rápido de lo que los científicos habían calculado.

Derretimiento del hielo marino

Ante el asombro por estas condiciones, los investigadores pudieron medir los efectos del cambio climático en la región, atestiguar el derretimiento de hielo y observar las afectaciones del hábitat de animales de la región. Para el Ártico en su conjunto, la extensión actual del hielo marino (6 millones de km²) se encuentra 16% por debajo del promedio de los años 2013 a 2019.

Esta zona ha estado sufriendo el adelgazamiento continuo del hielo desde hace años y las pocas zonas con capas gruesas que encontraron no estaban lo suficientemente extendidas para evitar la disminución de su concentración, por lo que se experimentaron los mínimos niveles registrados.

“Un 40% más del océano está libre de hielo de lo habitual”, explicó Gunnar Spreen, del Instituto de Física Ambiental de la Universidad de Bremen y miembro del Equipo de Hielo Marino de la expedición MOSAiC. Todavía es demasiado pronto para decir si esta tendencia continuará hasta el mínimo anual en septiembre ya que depende en gran medida de las condiciones meteorológicas.

Lo que debía ser la última reserva de hielo del Polo Norte y, quizá, del planeta llamada “Última Zona de Hielo” del Ártico, se está derritiendo más rápido de lo que los científicos habían calculado. El resultado del análisis es que en el verano de 2020 hubo una inesperada y gran pérdida de hielo marino debido al cambio climático conjugado con fuertes vientos cálidos que alejaron partículas de hielo.

Lo que deberían ser gruesas y compactas capas de hielo marino son delgadas y porosas, casi hasta llegar al Polo Norte. Foto cortesía de Alfred-Weigner-Institute/Markus Rex.

Los científicos consideraban que frente al calentamiento global el hielo en esta zona persistiría muchos años más que en cualquier otro lugar –de ahí su nombre–, pero ahora se dan cuenta que se trata de una región vulnerable al calentamiento, causada por la pérdida dramática de hielo en regiones que son el hábitat y refugio de animales mamíferos como osos polares, focas y morsas. Estas observaciones y análisis las publicaron en la revista Communications Earth & Environment, de Nature Springer, de esta semana.

El equipo de investigadores de Canadá y Estados Unidos, encabezados por Axel Schweiger, de la Universidad de Washington, analizó las condiciones ambientales observadas por el Polarstern en el mar de Wandel, utilizó imágenes de satélite, un modelo matemático y bases de datos recopilados desde 1979.

Los resultados de su análisis sugieren que hubo una tendencia de adelgazamiento del hielo marino de varios años debido al cambio climático, pero a estos datos se suma la variabilidad de la advección (movimiento horizontal) de hielo, forzada por el viento y su posterior derretimiento.

“Todo el hielo que nos rodea se ha roto hace mucho tiempo o se ha triturado en fragmentos”.

Markus Rex, líder del proyecto MOSAiC y físico atmosférico del Instituto Alfred Wegener en Potsdam.

Foto cortesia de: Alfred-Weigner-Institute/Steffen Graupner.

Si se hubieran producido los mismos vientos cambiantes en 2018 y 2019, habrían resultado condiciones similares de disminución del hielo. “Pero la probabilidad de que esto hubiera sucedido con el hielo de 1979 es mucho menor”, dijo Schweiger, porque la región no se había calentado tanto en ese momento y el hielo era más grueso.

“Todo el hielo que nos rodea se ha roto hace mucho tiempo o se ha triturado en fragmentos”, expresó Markus Rex, líder del proyecto MOSAiC y físico atmosférico del Instituto Alfred Wegener en Potsdam. “Medimos unos cálidos 14 grados Celsius a 300 metros por encima del témpano y el derretimiento está en pleno apogeo”.

La conclusión es que los hallazgos tienen implicaciones potencialmente preocupantes para el mar de Wandel y la “última zona de hielo” ya que demuestra que es menos resistente al calentamiento global de lo que se estimaba.

Conforme el hielo marino se adelgaza y se vuelve más estacional es más vulnerable a lo que ocurre en la atmósfera y en el océano, por lo que los vientos tienen un papel cada vez más importante. Es muy probable que lo observado en 2020 ocurra en los siguientes años y décadas, lo cual afectará irremediablemente al Ártico.

 
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