En plena Edad del Hielo en lo que hoy es el norte del estado mexicano de Zacatecas, hace 30 mil años, un grupo humano ocupó una cueva ubicada casi en la punta de un cerro desde donde podía observar la panorámica del frío valle poblado por mamuts, bisontes, mastodontes, tigres dientes de sable y el resto de la megafauna que dominaba el planeta.
Thank you for reading this post, don't forget to subscribe!Desde la seguridad de la Cueva del Chiquihuite a más de mil metros de altura sobre el nivel del valle, ese grupo humano fabricó las herramientas necesarias para su subsistencia. Para ello, llevó consigo piedras y fabricó cuchillas, hachas, lanzas, flechas y otros objetos.
A 30 mil años de distancia, más de mil 900 de esas herramientas líticas, junto con restos orgánicos, residuos químicos y ADN ambiental, fueron descubiertas por un equipo de científicos de México, Australia, Brasil, Dinamarca, Estados Unidos y Reino Unido, encabezado por Ciprian Ardelean, de la Universidad Autónoma de Zacatecas.
Los hallazgos localizados en esa remota cueva en una zona inhóspita del norte de México, fueron publicados en la revista Nature de esta semana (22 de julio) y agregan información al intenso debate entre la comunidad científica internacional y nacional sobre el poblamiento de América, replantean los conocimientos arqueológicos vigentes y abren una gran variedad de nuevas investigaciones.
Así, la historia humana en el continente resulta ser más complicada, remota y diversa. Los nuevos datos obtenidos por el notable grupo interdisciplinario e internacional de 18 científicos mexicanos y 10 extranjeros, revelan que pudieron existir múltiples migraciones que llegaron a diversos puntos de la geografía y no solo una a través del estrecho de Bering, como se creyó durante siglos.
El principal aporte de este descubrimiento, dice Ciprian Ardelean, es que demuestra que el poblamiento de América es más antiguo y complejo de lo que se pensaba y descarta la teoría lineal de una sola migración que se extendió por todo el hemisferio.
El científico mexicano de origen rumano señala que durante la época en la que desaparecieron las capas de hielo de la última glaciación llamada Último Máximo Glacial, es probable que hubieran ocurrido asentamientos de varios grupos dispersos en la geografía mexicana, quizá grupos humanos perdidos o fracasados que no perduraron lo suficiente como para dejar herencia a las culturas posteriores. Fueron mucho más antiguas, pero no tienen ninguna relación con pobladores que llegaron después de ese periodo.
estos hallazgos demuestran que el poblamiento de América es más antiguo y complejo de lo que se pensaba y descarta la teoría lineal de una sola migración que se extendió por todo el hemisferio.
Aunque no hay pruebas todavía, no se excluye la posible llegada de algunos pobladores por el mar a las costas del pacífico mexicano o incluso desde Sudamérica, pero estas hipótesis y muchas más se abren ante la evidencia de los nuevos descubrimientos.
Lamentablemente, no se encontraron huesos humanos; contar con ellos y su ADN bien preservado sería el Santo Grial, comenta Ardelean. “De hecho, para toda la era glacial americana no existen restos humanos más antiguos que los del Valle de México o de los cenotes de Yucatán (de alrededor de 14 mil años)”, señala.
Si bien desde hace varias décadas se han encontrado evidencias de humanos en México y en otros sitios del continente más antiguos que la cultura clovis o preclovis, consideradas las mas antiguas por los arqueólogos, aún hay grupos poderosos de la arqueología reacios a aceptar los nuevos descubrimientos. Incluso ya está ocurriendo un intenso debate sobre estos descubrimientos en medios como Science y el New York Times.
Ruth Gruhn, profesora del Departamento de Antropología de la Universidad de Alberta, Canadá, quien no participó en el proyecto, señala en un artículo complementario en Nature que estos hallazgos son dos veces más remotos que la fecha mas antigua aceptada de 16 mil años, y vaticina: “Será muy difícil de aceptar para la mayoría de arqueólogos especializados en la América temprana. Sin duda, habrá desafíos a esta interpretación y se realizarán exámenes minuciosos a los datos”.
Cueva del Chiquihuite
La cueva del Chiquihuite se encuentra a 2 mil 800 metros de altura sobre el nivel del mar en el pico de una montaña en la de Sierra El Astillero, muy cerca del límite con Coahuila. Para llegar a ella es necesario caminar durante más de tres días desde el poblado más cercano, y subir el cerro requiere otras 8 horas por pendientes pronunciadas, senderos, piedras sueltas y densa vegetación.
Cuando se descubrió, la entrada de la cueva era grande y ancha, con más de 12 metros de altura por 15 de ancho y su piso era tendido. Ahora está dividida, erosionada con sedimentos de grava, rocas colapsadas del techo, otras arrastradas por corrientes de agua y por el deterioro natural.
Tiene varias galerías: la primera de ellas y la principal es enorme, de más de 50 m por 50 m y está activa, tiene filtraciones de agua con formaciones de estalagmitas y estalactitas y rocas derrumbadas. Su piso es inclinado y 50 metros hacia dentro de la entrada actual hay una zona libre de rocas; ahí se llevó a cabo la excavación de los arqueólogos, en una porción de 62 metros cuadrados y a una profundidad máxima de 3 metros.
Esta cueva fue explorada por primera vez como parte del proyecto arqueológico “Cazadores del Pleistoceno de las Tierras Altas del Norte”, con el que el equipo de investigadores de Ardelean, en la Universidad Autónoma de Zacatecas, exploró 30 sitios arqueológicos en la zona.
“No tenemos idea de qué tipo de cultura era. No hay indicadores que nos digan quiénes fueron, no tenemos todavía su ADN, tampoco semejanzas con otra cultura de la misma época para tener paralelos o correlaciones comprobables”, señala Ciprian Ardelean.
Al parecer, en la época del Último Máximo Glacial –hace entre 13 mil y 26 mil años– México estaba ocupado por muy pocos grupos, muy espaciados en territorio y cada uno con su propia cultura: “No podemos hablar de una unidad cultural, sino de una diversidad y cada una con su estilo de artefactos y sus propias conductas”.
Los vestigios sugieren que la cueva a gran altitud fue ocupada por diferentes grupos de personas en un periodo muy amplio de tiempo y Ardelean afirma que hay evidencia que sugiere la ocupación de la cueva por humanos ocurrió desde hace 33 mil años, mucho más antiguos que la cultura clovis que, a mediados del siglo pasado, se consideraba la primera del continente y que data de hace 12 mil años.
Estos resultados, publicados en el artículo de Nature titulado “Evidencia de ocupación humana en México alrededor del Último Máximo Glacial”, colocan a estos pobladores prehistóricos como los más antiguos localizados hasta ahora en todo el continente.