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El transporte marítimo es una amenaza para las ballenas

Miles de ballenas resultan heridas o mueren cada año después de ser golpeadas por barcos en océanos de todo el mundo, principalmente por grandes buques portacontenedores que transportan por mar el 80 % de las mercancías comercializadas en el todo el planeta.

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Aunque es difícil obtener datos globales precisos sobre estas colisiones, son la principal causa de muerte para las especies de cetáceos grandes como la ballena azul, la ballena de aleta, la ballena jorobada y la ballena cachalote.

Una investigación de científicos de la Universidad de Washington (UW) publicada en la revista Science (DOI: 10.1126/science.adp1950) cuantifica por primera vez el riesgo de estos encuentros en mares de todo el planeta para estas cuatro especies geográficamente extendidas, y en ella se concluye que el transporte marítimo representa la principal amenaza para estas especies en peligro de extinción.

La mayor parte de la caza de ballenas terminó hace más de 20 años, pero las actividades humanas, incluidas las colisiones directas entre ballenas y barcos, continúan afectando negativamente a sus poblaciones.

“Los barcos que viajan miles de veces la distancia a la luna dentro de las áreas de distribución de estas especies todos los años, y se proyecta que este problema solo aumentará a medida que crezca el comercio mundial en las próximas décadas”, dice Briana Abrahms, de la Universidad de Washington, quien encabeza el proyecto en el que participan científicos de los cinco continentes.

Los investigadores observaron que el tráfico marítimo mundial se superpone con aproximadamente el 92 % de las áreas de distribución de estas especies de ballenas, y que solo alrededor del 7 % de las áreas con mayor riesgo de colisiones tienen medidas implementadas para proteger a las ballenas de esta amenaza.

Los barcos mercantiles que cruzan os mares de todo el mundo son la principal amenaza para las ballenas después del cambio climático. Foto cortesía de: Sopaka Karunasundara/Science.

Medidas de protección

Entre las principales medidas de protección se incluye la reducción de la velocidad de las embarcaciones, tanto de manera obligatoria como voluntaria, sobre todo aquellas que cruzan aguas que se superponen con las áreas de migración o alimentación.

“Las colisiones entre ballenas y barcos generalmente solo se han estudiado a nivel local o regional, como en las costas este y oeste de Estados Unidos, y los patrones de riesgo siguen siendo desconocidos para grandes áreas”, señala Anna Nisi, investigadora postdoctoral de la UW en el Centro de Centinelas del Ecosistema.

La investigadora afirma que su estudio es un intento de llenar esos vacíos de conocimiento y entender el riesgo de colisiones a nivel global. “Es importante entender dónde es probable que ocurran porque hay algunas intervenciones realmente simples que pueden reducir sustancialmente el riesgo”.

Para ello, los científicos analizaron las aguas donde viven, se alimentan y migran estas cuatro especies de ballenas mediante la recopilación de datos de fuentes dispares, incluidas encuestas gubernamentales, avistamientos por parte de pescadores, estudios de marcado e incluso registros de caza de ballenas.

De esta manera, recopilaron datos de 435,000 avistamientos únicos de ballenas. Luego combinaron esta novedosa base de datos con información de los recorridos de 176,000 buques de carga, desde 2017 hasta 2022, rastreados por el sistema de identificación automática de cada barco y procesados con un algoritmo de Global Fishing Watch; así combinaron más de 35 mil millones de posiciones para producir una estimación global del riesgo de colisión entre ballenas y barcos.

El transporte marítimo es una industria enorme y en crecimiento que presenta una variedad de amenazas para el medio ambiente oceánico. Con un estimado del 90% de todos los bienes comercializados viajando por mar en una economía cada vez más globalizada. El tráfico marítimo ha aumentado más de cuatro veces desde 1992 y se espera que crezca aún más en las próximas décadas porque se proyecta que el volumen del comercio marítimo se triplicará para 2050.

“Las colisiones entre ballenas y barcos generalmente solo se han estudiado a nivel local o regional, como en las costas este y oeste de Estados Unidos, y los patrones de riesgo siguen siendo desconocidos para grandes áreas”: Anna Nisi, investigadora del Centro de Centinelas del Ecosistema.

El estudio descubrió regiones que ya se sabía que eran áreas de alto riesgo como la costa del Pacífico de América del Norte, Panamá, el Mar Arábigo, Sri Lanka, las Islas Canarias, zonas costeras del Mediterráneo, el sur de África y partes de Asia.

El estudio también detectó regiones poco estudiadas con alto riesgo de colisiones, como el sur de África, Sudamérica a lo largo de las costas de Brasil, Chile, Perú y Ecuador, las Islas Azores y el este de Asia frente a las costas de China, Japón y Corea del Sur.

“Si bien encontramos motivos de preocupación, también identificamos algunos aspectos positivos”, comenta Briana Abrahms. “Por ejemplo, implementar medidas de gestión en solo un 2.6 % de la superficie del océano adicional protegería todos los puntos críticos de colisión de mayor riesgo que identificamos”.

Para las cuatro especies, la gran mayoría de los puntos críticos de colisiones (más del 95 %) se encontraban en las costas y dentro de la zona económica exclusiva de los países. Eso significa que cada nación podría implementar sus propias medidas de protección en coordinación con la Organización Marítima Internacional de las Naciones Unidas.

“Desde el punto de vista de la conservación, el hecho de que la mayoría de las áreas de alto riesgo se encuentren dentro de zonas económicas exclusivas es realmente alentador”, afirma Anna Nisi. “Significa que los países individuales tienen la capacidad de proteger las áreas más riesgosas”.

El estudio descubrió regiones que ya se sabía que eran áreas de alto riesgo como la costa del Pacífico de América del Norte, Panamá, el Mar Arábigo, Sri Lanka, las Islas Canarias, zonas costeras del Mediterráneo, el sur de África y partes de Asia.

Mitigación y reservas naturales

Por otro lado, aunque muchos puntos críticos de colisión se encontraban dentro de áreas marinas protegidas, estas reservas a menudo carecen de límites de velocidad para los barcos, ya que se evitaron en gran medida para frenar la pesca y la contaminación industrial.

“Las compensaciones entre los resultados industriales y de conservación no suelen ser tan óptimas”, menciona por su parte Heather Welch, científica investigadora de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica y la Universidad de California en Santa Cruz. “A menudo, las actividades industriales deben limitarse en gran medida para lograr objetivos de conservación, o viceversa. En este caso, existe un beneficio de conservación potencialmente grande para las ballenas por un costo no demasiado alto para la industria naviera”.

Las limitadas medidas de protección que se han implementado, la mayoría se encuentran a lo largo de la costa del Pacífico de América del Norte y en el mar Mediterráneo. Además de la reducción de la velocidad, otras opciones para reducir los choques entre ballenas y barcos incluyen cambiar las rutas de los barcos para alejarse de donde se encuentran las ballenas o crear sistemas de alerta para notificar a las autoridades y los marineros cuando las ballenas están cerca.

“Reducir la velocidad de los barcos en los puntos críticos también conlleva beneficios adicionales, como reducir la contaminación acústica submarina, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y reducir la contaminación del aire, lo que ayuda a las personas que viven en áreas costeras”, dice Nisi.

Luego de analizar los avistamientos de ballenas con los trayectos de 176,000 buques de carga, los científicos obtuvieron más de 35 mil millones de posiciones para producir una estimación global del riesgo de colisión entre ballenas y barcos. Foto cortesía de: Asha De Vos/Science.

Los investigadores esperan que su estudio global pueda estimular la investigación local o regional para mapear las zonas críticas con mayor detalle, informar los esfuerzos de defensa y considerar el impacto del cambio climático, que cambiará tanto la distribución de las ballenas como de los barcos a medida que el hielo marino se derrita y los ecosistemas cambien.

Las ballenas grandes desempeñan papeles fundamentales en los ecosistemas marinos como las cadenas alimenticias de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba, el ciclo y la transferencia de nutrientes y el suministro de energía detrítica a las especies de aguas profundas.

Estas especies son muy vulnerables y la mayoría de las poblaciones de ballenas grandes se encuentran en peligro de extinción después de la era de la caza industrial de ballenas. Los choques con barcos son ahora una amenaza grave para las ballenas, ya que causan tasas de mortalidad más altas que las legalmente permisibles por fuentes antropogénicas.

Los científicos señalan que las colisiones entre ballenas y barcos pasan en gran medida desapercibidas y no se denuncian, incluso en zonas de alto riesgo, por ello, la comprensión precisa de los patrones de riesgo ayudará a reducir la amenaza de la industria naviera para los mamíferos marinos.

“Proteger a las ballenas del impacto de los choques con barcos es un enorme desafío global”, afirma Jono Wilson, director de ciencias oceánicas en el Capítulo de California de The Nature Conservancy. “Hemos visto los beneficios de reducir la velocidad de los barcos a escala local a través de programas como Blue Whales and Blue Skies, en California. Ampliar estos programas requerirá un esfuerzo concertado de las organizaciones de conservación, los gobiernos y las compañías navieras”.

Las ballenas juegan un papel fundamental en los ecosistemas marinos, son parte del gran familia evolutiva de los mamíferos y a través de este estudio tenemos conocimientos mensurables para protegerlos de las actividades humanas como el transporte marítimo que es el mayor riesgo que enfrentan en la actualidad, después del cambio cimático también ocasionado por el ser humano.

Implementar medidas de protección en solo un 2.6 % de la superficie del océano adicional protegería todos los puntos críticos de colisión de mayor riesgo. Foto cortesía de: Adam Ernster/Science.

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