Los huracanes cada vez más frecuentes e intensos por el cambio climático están afectando poblaciones de aves marinas. Al analizar el impacto del huracán Ilsa (categoría 5) en el occidente de Australia, en julio de 2023, un grupo de científicos de ese país y Reino Unido estimaron que entre el 80% y el 90% de tres especies de aves marinas murió durante la tormenta.
El deshielo de los polos por el cambio climático podría liberar microorganismos ancestrales que han permanecido congelados; algunos de ellos podrían ser patógenos que representan riesgos de invasiones biológicas para las comunidades ecológicas actuales, e incluso podrían ser una amenaza a la propia humanidad con posibles epidemias y pandemias.
El verano de 2022 fue la temporada más calurosa registrada en Europa y se caracterizó por una serie de olas de calor que rompieron los récords de temperatura que causaron la muerte de 62 mil 862 personas, así como sequías e incendios forestales que afectaron a prácticamente todo el continente, especialmente a los países mediterráneos.
Las olas de calor son más frecuentes por el cambio climático y entre las regiones más susceptibles del planeta se encuentran México y Centroamérica, que pueden sufrir consecuencias devastadoras pues no están preparadas para mitigar sus efectos. Además, gran parte de su población es vulnerable por su rápido crecimiento, los malos servicios de salud y el limitado suministro de energía.
El cambio climático ha incrementado el riesgo de inudaciones repentinas generadas por el desbordamiento de los lagos que se forman por el deshielo de glaciares de cordilleras montañosas, lo que significa un riesgo para 15 millones de personas en todo el mundo, que viven en sus inmediaciones, principalmente de Asia y América del Sur.
Al analizar el ADN ambiental de sedimentos de un desierto polar, los científicos reconstruyeron un ecosistema ancestral propicio para albergar abundante vida vegetal, animal y microscópica, tan fecunda como en los bosques actuales.