Ya-Chieh Hsu, investigadora del Departamento de Células Madre y Biología Regenerativa de la Universidad de Harvard y sus colegas, sometieron a un grupo de roedores a incomodidades extremas: los hacinaron en espacios reducidos; inclinaban sus jaulas para que no pudieran estar cómodos; encendían la luz en sus horas de sueño… Como consecuencia, los animales acumularon una gran cantidad de estrés en sus glándulas suprarrenales, casi tanto como el que puede reunir una persona sometida a 10 horas de tráfico de la Ciudad de México todos los días durante un mes.
Thank you for reading this post, don't forget to subscribe!El estrés crónico y sostenido se reflejó en un abanico fisiológico de largo alcance: se les inflamaron las glándulas endocrinas, se les incrementaron los niveles de ansiedad, secretaron gran cantidad de corticosterona, se afectaron las células de la piel, su pelo se tornó gris, sus folículos pilosos se inactivaron y sufrieron pérdida de cabello.
Desde hace muchos años se sabe que el estrés puede ocasionar la pérdida de cabello como resultado de cierta inactividad celular de los folículos pilosos, condición conocida como efluvio telógeno, pero se desconocía el mecanismo molecular involucrado en este proceso. Hasta ahora.
Al analizar los efectos del estrés en los ratones los investigadores se percataron que les crecía menos pelo que aquellos que no estaban estresados, e identificaron por primera vez el vínculo entre las hormonas de la ansiedad en los roedores, específicamente la corticosterona –el equivalente al cortisol humano–, con el crecimiento del cabello.
Esta hormona desempeña un papel crucial: los roedores que producían mayores cantidades de esta molécula del estrés suprime la presencia de células madre del folículo piloso lo cual, a su vez, redujo el crecimiento de su pelo.
La hormona interrumpe la producción de una proteína llamada GAS6 que inhibe la activación de las células madre del folículo piloso. Y con experimentos demostraron que, cuando no hay corticosterona, el gen GAS6 promueve la proliferación de las células madre del folículo piloso. Los hallazgos de este mecanismo fueron publicados en la revista Nature de esta semana, donde además se sugiere cómo revertir ese proceso.
En proyectos anteriores Hsu y su grupo descubrieron que el estrés puede hacer que el cabello se vuelva gris al activar señales en el sistema nervioso simpático que reducen la cantidad de células madre de melanocitos en la piel, responsables del color del cabello.
Ahora, también revelaron que la eliminación de las glándulas suprarrenales en los roedores estimula el crecimiento del cabello. Les crecía más que aquellos que conservaban sus glándulas intactas.
El folículo piloso
A lo largo de la vida de una persona el crecimiento del cabello recorre tres etapas: crecimiento (anágeno), degeneración (catágena) y reposo (telógena). Durante el anágeno, el folículo piloso continuamente empuja hacia afuera el tallo de cabello en crecimiento. En la catágena, el crecimiento se detiene y la parte inferior del folículo piloso se encoge, pero el pelo permanece en su lugar. Mientras que en la telógena, el vello permanece inactivo durante algún tiempo y, eventualmente, cae. Bajo estrés severo, muchos folículos pilosos entran en telógeno prematuramente y el cabello se cae rápidamente. Eso ocurrió con los ratones estresados del experimento.
Las células madre del folículo piloso (HFSC, por sus siglas en inglés) están ubicadas en una región del folículo llamada bulto. Tienen un papel crucial en el crecimiento del cabello ya que interpreta señales moleculares internas y externas, por ejemplo, durante la telógena, los HFSC se mantienen en un estado inactivo. En cambio, cuando se inicia el crecimiento del cabello en la fase anágena, se dividen y producen células progenitoras de cabello.
Los investigadores se dieron cuenta que los folículos pilosos de los ratones normalmente se alternan entre la fase de reposo y la de crecimiento, pero cuando los niveles de corticosterona son elevados los folículos pilosos permanecen en una fase de reposo prolongada y no se regeneran.
En cambio, en ratones que carecen de glándulas suprarrenales y no se produce corticosterona las células madre del folículo piloso se activan; hay fases telógenas más cortas y fases anágenas más largas, por lo que se produce un nuevo crecimiento de pelo, aún en edades avanzadas.
Estos resultados sugieren que restaurar la expresión de GAS6 podría superar la inhibición de las células madre del folículo piloso por la ansiedad, lo que podría estimular la regeneración del crecimiento del cabello.
Sin embargo, los investigadores señalan la necesidad de llevar a cabo más investigaciones antes de extrapolar los resultados obtenidos a los humanos. Por ejemplo, se considera que la corticosterona es el equivalente en los roedores del cortisol humano, pero no se sabe si el cortisol produce efectos idénticos, a los observados en esta investigación.
Además, las fases de crecimiento del cabello difieren entre ratones y humanos, lo que podría influir en la efectividad de este enfoque para revertir la inhibición inducida por el estrés en las células madre del folículo piloso.
Pese a ello, los hallazgos obtenidos con los pequeños roedores estresados crónicamente en el laboratorio de Hsu, en la Universidad de Harvard, podrían sentar una base para comprender los efectos del estrés en los seres humanos y explorar futuros tratamientos para la caída del cabello causada por la ansiedad crónica en condiciones como la pandemia de COVID-19 o el tráfico citadino.