La llamada “industria sin chimeneas” es tan contaminante como otros ramos industriales ya que contribuye con casi el 9% de las emisiones gobales de dióxido de carbono, el principal gas de efecto invernadero causante del cambio climático que padece el planeta. Sus emisiones crecieron 3.5 % anual entre 2009 y 2019, el doble que la economía mundial.
Gran parte de la agenda de la COP27 en los próximos 11 días estará orientada a revisar los Acuerdos de París, entre ellos el financiamiento a los países en desarrollo para mitigar el cambio climático, fortalecer su resiliencia, mejorar las capacidades para adaptarse y buscar un sistema compensatorio para los países pobres que sufren el embate de inundaciones, sequías e incendios forestales.
De continuar la tendencia de emisiones de gases de efecto invernadero el cambio climático afectará la flora, fauna y vida microbiana marinas. Casi el 90% de 25 mil especies de vida analizadas corren un riesgo alto o crítico de desaparecer para el año 2100, lo que afectará sobre todo a los países de bajos ingresos que dependen de la pesca y son los que menos contribuyen a las emisiones globales.
Una vez más la voluntad política colectiva de los más ricos fue insuficiente para tomar las medidas urgentes, profundas y sostenidas contra el cambio climático, principalmente del G20. Durante la clausura de la COP26, António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas expreso: “Nuestro frágil planeta pende de un hilo. Seguimos llamando a la puerta de la catástrofe climática”.